Usada de manera sostenible, el agua subterránea puede ayudar a los pequeños productores a adaptarse al cambio climático

Por: Tarek Kotb

A medida que las poblaciones crecen y el cambio climático repercute en la disponibilidad del agua, a los pequeños agricultores en las zonas áridas y semiáridas les resulta cada vez más difícil producir sus cultivos.

Sin embargo, en muchas partes del mundo existen recursos invisibles de agua dulce en los acuíferos a gran profundidad. A diferencia del agua superficial, la disponibilidad del agua subterránea no siempre se ve afectada por el cambio climático, y si se usa de manera sostenible, es un recurso que puede ayudar a los agricultores a preservar la seguridad alimentaria y promover los medios de vida.


agua subterránea FIDA

©FIDA, FAO, WFP (Agencias de las Naciones Unidas con base en Roma)/Barbara Gravelli


Egipto: cuando el desierto florece

Por miles de años, los egipcios dependieron de las aguas del Nilo para la agricultura. Pero el crecimiento demográfico y la mayor demanda de agua han llevado a los egipcios a depender cada vez más del agua subterránea, en particular de los profundos acuíferos en los desiertos de las regiones oriental y occidental y el Sinaí.

Egipto también tiene una considerable población joven y registra elevadas tasas de desempleo. Ahora, el Gobierno de Egipto ha puesto en marcha un ambicioso plan para comenzar a cultivar 1,5 millones de feddan (unas 630 000 héctareas de tierra, equivalentes a un 20 % de la superficie que actualmente irriga el Nilo) utilizando agua subterránea. Esto ayudará a crear oportunidades para los jóvenes y fortalecerá los sistemas alimentarios del país.

Una de las primeras nueve zonas que se reclamará mediante el programa es El Moghra, un oasis pequeño a unos 200 kilómetros de El Cairo que por largo tiempo ha estado deshabitado. Aquí, mediante su Proyecto de Promoción de la Resiliencia en Ambientes Desérticos (PRIDE), el FIDA está trabajando hombro a hombro con jóvenes y pequeños productores para ocupar 42 000 feddans de tierra recientemente reclamada, y los ayuda a adoptar prácticas de agricultura sostenible, a gestionar sus escasos recursos de agua y a acceder a empleos decentes.

Aunque las condiciones del agua y del suelo, que en general son muy salinos, dificultan la agricultura en esta región, el personal del PRIDE siempre está disponible para brindar orientación técnica sobre las prácticas de agricultura sostenible, como la selección y cultivo de variedades adaptadas a los suelos salinos (por ejemplo, el olivo, la palma y la jojoba). Mediante el proyecto también se brinda financiación a grupos de jóvenes para ayudarlos a adoptar sistemas de riego por goteo como estrategia de gestión del agua, a construir cercas para proteger la tierra del avance de las dunas de arena y a comprar los insumos que necesitan para comenzar a cultivar, como plántulas y fertilizantes.

Níger: reverdecimiento del Sahel

En otras zonas, el agua subterránea ha sido sobreexplotada debido a la desertificación. Tal es el caso en las regiones de Maradi, Tahoua y Zinder del Níger, donde reside más del 60 % de la población del país. Como sucede en varias zonas de la región semiárida del Sahel, el desierto está avanzando sobre las tierras que los pequeños productores utilizan para cultivar el alimento del que dependen sus familias. Los niveles de agua subterránea se están reduciendo, y las sequías han aumentado en frecuencia.

El proyecto Programa de Desarrollo de la Agricultura Familiar en las regiones de Maradi, Tahoua y Zinder (ProDAF) es fruto de una inversión conjunta entre el FIDA, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y el Fondo de la OPEP para el Desarrollo Internacional (OFID)para ayudar a las pequeñas explotaciones de la región a acceder a un suministro confiable de agua para sus cultivos, a la vez que mejoran la calidad del agua y el suelo a fin de usar los recursos naturales de manera sostenible.

Las escuelas de campo para agricultores están capacitando a estos productores en técnicas tales como la regeneración natural asistida, que facilita el paso del agua a través del suelo. Las técnicas tradicionales, como el cultivo de plantas en estanques zai, ahorran agua y enriquecen el suelo, mientras que los terraplenes demi-lune capturan el agua de escorrentía. Actualmente, se están aplicando estas prácticas para gestionar más de 21 700 hectáreas de tierra.

Mejores medios de vida gracias al riego sostenible

Existen muchos buenos ejemplos de organizaciones con las que el FIDA trabaja y de las que aprende que están desarrollando prácticas sostenibles de gestión del agua. Por ejemplo, en la región de Amhara, en Etiopía, donde tradicionalmente los agricultores utilizan cuerdas y baldes para llegar al agua subterránea, ahora se utilizan bombas a energía solar para conectarse directamente a sistemas de cañerías cerrados de bajo costo. Este sistema se complementa con las prácticas de agricultura de conservación que promueve la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), como el uso pasto para producir mantillo, la rotación de cultivos y la agricultura sin labranza para preservar la estructura y la humedad del suelo. En conjunto, estas soluciones han ayudado a los productores de hortalizas aumentar un 30 % su productividad y a reducir en la misma medida su consumo de agua.

Encontramos un ejemplo a mayor escala en Guerdane, una región productora de cítricos en Marruecos. Debido a las sequías recurrentes, los recursos de agua subterránea venían reduciéndose de manera alarmante: la capa freática estaba disminuyendo a razón de tres metros por año, y más de 3 000 hectáreas de tierra habían sido abandonadas. En 2004, la Corporación Financiera Internacional ideó la primera asociación mundial entre los sectores público y privado para el riego. Para 2009, los productores citrícolas estaban cultivando de manera sostenible 10 000 hectáreas de tierra aplicando sistemas de riego por goteo, en parte usando el agua superficial proveniente de una presa a 60 kilómetros de distancia, lo que redujo drásticamente la cantidad de agua extraída del suelo. Para 2017, la producción citrícola de Marruecos había aumentado un 82 %.

Hagamos que lo invisible sea visible

Una enorme proporción del agua dulce del mundo no está ni en los lagos ni en los arroyos: está bajo nuestros pies. Como ocurre con el agua superficial, el uso cuidadoso del agua subterránea puede ayudar a los pequeños productores a cultivar los alimentos que necesitan para alimentar a sus familias y ganarse la vida en zonas gravemente afectadas por el cambio climático.

Al mismo tiempo, es fundamental gestionar este preciado recurso con cuidado, evitando la sobreexplotación y la contaminación. Por eso es necesario que exploremos estas opciones a fin de generar los datos que se necesitan y adoptar las medidas que correspondan para garantizar el uso sostenible del agua subterránea.


Nota publicada en FIDA, reproducida en PCNPost con autorización.


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SOURCE: FIDA

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