Para reformar nuestros sistemas alimentarios tenemos que tener claro lo fundamental

Por: Claus Reiner

Hoy en día, en el mundo del desarrollo rural hablamos mucho de reformar los sistemas alimentarios. Sin embargo, “sistemas alimentarios” es un término muy amplio y, cuando los líderes mundiales dicen que los sistemas alimentarios no funcionan, muchos nos preguntamos a qué se refieren exactamente.

Los sistemas alimentarios abarcan una amplia gama de actividades y problemas, desde la agricultura industrial hasta la agricultura a pequeña escala y de subsistencia. También las industrias agroquímicas y alimentarias, el comercio, el desperdicio de alimentos, el trabajo decente y las opciones de los consumidores.

Ciertamente, hay muchas cosas aquí que deben corregirse. Pero esta lista incluye todo, desde procesos que producen alimentos altamente procesados y casi tóxicos hasta granjas orgánicas que producen saludables delicatesen. El término no es suficientemente específico, y me preocupa que cada uno adapte su comprensión de “sistemas alimentarios” a su zona de confort individual.

Para asegurarnos de que todos hablamos de lo mismo, tenemos que centrarnos en lo fundamental: la tierra. Ella es la fuente de la mayor parte de nuestro alimento. Si no tratamos bien la tierra, los sistemas alimentarios no podrán ser sostenibles.


sistemas alimentarios

©FIDA/Giuseppe Bizzarri


Asegurar un uso sostenible de la tierra

Cuando hablo de uso sostenible de la tierra, me gusta pensar en tres objetivos globales: protección frente al cambio climático, preservación de la biodiversidad y seguridad alimentaria.

La mayoría de nosotros somos conscientes de las consecuencias de la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, aunque los cambios que debemos introducir en nuestras economías y vidas personales recién ahora están comenzando a ser claros.

Al mismo tiempo, podemos asegurar que estamos ante una crisis de seguridad alimentaria, pues el desafío de proporcionar alimentos nutritivos adecuados para una población mundial en crecimiento aumenta cada día.

Estos tres objetivos parecen entrar en conflicto cuando hablamos del uso de la tierra. Un sistema que deje atrás los combustibles fósiles necesita tierra para la instalación de paneles solares y la elaboración de biocombustibles, pero la conservación de especies de plantas y animales requiere tierra virgen. Al mismo tiempo, la producción de alimentos saludables en cantidades suficientes requiere mucha tierra para ser cultivada de forma intensiva.

Sin embargo, como ningún país tiene reservas inagotables de tierra, se necesita alcanzar un equilibrio.

El maíz cultivado industrialmente ocupa grandes extensiones de tierra en la sabana brasileña conocida como cerrado. Aunque un campo de maíz pueda parecer exuberante, su tamaño y uniformidad lo convierten en un desierto verde que ni una mariposa puede cruzar. Es un ambiente hostil en el que otras plantas y muchos insectos resultan envenenados por el uso sistemático de herbicidas. Una vez que se cosecha el maíz, toda la vida vegetal se acaba y el suelo queda desnudo, calcinándose al sol.

Pensemos en los efectos acumulativos de estos campos de maíz sobre el clima y la biodiversidad, especialmente considerando que la mayor parte del maíz brasileño se destina a alimentar al ganado en otros continentes. La necesidad de transformar nuestros sistemas alimentarios se vuelve obvia.

Soluciones locales para problemas globales

Dada la naturaleza conflictiva de los tres objetivos para garantizar el uso sostenible de la tierra, podría parecer poco realista aspirar a lograrlos al mismo tiempo. Sin embargo, algunos proyectos respaldados por el FIDA lo consiguen. Es el caso del proyecto Pro-semiárido, en el estado brasileño de Bahía, en donde se concentra la pobreza rural del país.

El proyecto Pro-semiárido promueve la agrosilvicultura para garantizar el uso sostenible de la tierra. La agrosilvicultura aumenta la biodiversidad al permitir que una variedad de árboles y arbustos nativos crezcan en medio de los cultivos, lo que consigue mantener una alta cobertura vegetal del suelo y hace que este se mantenga fresco durante todo el año, incluso durante la estación seca que puede durar hasta ocho meses.

La agrosilvicultura también captura carbono en forma de materia orgánica, lo que aumenta la fertilidad del suelo y su capacidad para almacenar humedad. Así, las familias de pequeños agricultores pueden cultivar una cantidad suficiente de alimentos diversos y nutritivos para ellos y para los demás.

Examinemos el caso de las presas subterráneas promovidas por el mismo proyecto: una simple lámina impermeable que recubre una pared excavada verticalmente en el suelo en los valles de suave pendiente en donde se forman arroyos en época de lluvia. La lámina retiene el agua que de otro modo erosionaría la pendiente y la conduce al subsuelo, manteniendo la tierra húmeda.

Estas presas subterráneas pueden contener cientos de metros cúbicos de agua, alimentar pozos poco profundos desde los que se pueden regar los campos y permitir una variedad de cultivos -por ejemplo árboles frutales- que no serían viables sin la humedad que proporcionan.

Este sistema permite la adaptación de la pequeña agricultura al aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones causadas por el cambio climático. Además, promueve la biodiversidad, la acumulación de carbono, la fertilidad del suelo y la producción de alimentos diversificados para el consumo y la venta local.

Estas soluciones son, por un lado, sostenibles a nivel local y, por otro, claves para abordar los grandes problemas a los que se enfrentan nuestros sistemas alimentarios, pues proporcionan respuestas a pequeña escala a la triple crisis que amenaza la forma en que usamos la tierra a nivel mundial: la crisis climática, la crisis de la biodiversidad y la crisis de la seguridad alimentaria.

Además, son soluciones flexibles, pues pueden adaptarse a las condiciones, preferencias y conocimientos locales.

Las prácticas que ayudan a una familia de pequeños agricultores a acceder a una dieta nutritiva pueden ser una solución a los grandes problemas que afronta el planeta y contribuir a reformar nuestros sistemas alimentarios.


Nota publicada en FIDA, reproducida en PCNPost con autorización.


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SOURCE: FIDA

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