Cinco razones por las que una bioeconomía mundial sostenible y circular tiene sentido

Alimentos desperdiciados. Mares contaminados. Vertederos llenos a rebosar. Después de tantos años utilizando nuestros preciados recursos naturales como si fueran ilimitados, las consecuencias de nuestro comportamiento nos dejan claro que ha llegado el momento de cambiar nuestros hábitos. Pero ¿cómo? Pues bien, una bioeconomía sin desperdicios y respetuosa desde el punto de vista ambiental y social constituye un excelente punto de partida.


bioeconomía FAO

El proyecto “Ganadería Climáticamente Inteligente” de la FAO ayuda a los agricultores a adoptar métodos como el pastoreo de rotación y el compostaje para pastos, lo que contribuye a prevenir la degradación de la tierra y hace que la ganadería sea más sostenible. ©FAO


Entonces, ¿qué es una bioeconomía circular sostenible?

Básicamente, una bioeconomía circular sostenible es un sistema que resulta innovador y restaurador, que impulsa la industria y la economía, pero que también protege nuestro planeta para las generaciones futuras. Ello incluye una reorientación hacia alternativas de origen biológico que sustituyan a los plásticos y combustibles fósiles, la eliminación del uso de sustancias químicas tóxicas y la reducción de residuos mediante materiales, productos, sistemas y modelos operativos innovadores. Supone también aprovechar el poder de la biociencia y la biotecnología para hacer frente a los desafíos que tenemos por delante, como el suministro de alimentos, piensos, fibras, productos madereros y sustancias químicas de base biológica, incluidas alternativas a los plásticos, para una población en crecimiento, al tiempo que se preservan los recursos naturales.

A continuación se exponen cinco formas en las que la FAO está contribuyendo a la transición hacia una bioeconomía sostenible y circular para mejorar la producción de alimentos, la nutrición, los medios de vida y el medio ambiente:

1)   Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos

Sabemos que el crecimiento demográfico y el aumento de los ingresos traerán consigo un incremento en la demanda de alimentos y productos agrícolas, lo que aumentará la presión sobre los recursos naturales. Atenuar los problemas relacionados con la producción agropecuaria intensiva o la explotación excesiva de los recursos marítimos supone ser más responsables en nuestra producción y consumo de alimentos, reutilizar los alimentos que normalmente acabarían en vertederos y aumentar la producción de alimentos de forma sostenible.

La FAO está colaborando con países de todo el mundo para analizar las cadenas de valor alimentarias y reducir la pérdida de alimentos en diversas etapas. Actualmente, el 14 % de los alimentos que se producen se pierdeentre la cosecha y la fase de venta al por menor. También se pierde una cantidad importante a nivel de los consumidores. Una bioeconomía circular supone reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos mediante el fortalecimiento de las cadenas de valor, pero también mediante la búsqueda de nuevos usos para los alimentos que se pierden o se desperdician.

Ante el crecimiento de sus poblaciones, las ciudades tienen una importante función que desempeñar en lo que respecta al consumo más responsable. La FAO ha ayudado a la municipalidad de Lima (Perú) a crear un equipo de tareas sobre residuos alimentarios que ha establecido un centro de compostaje para la gestión de residuos de biomasa. Gracias a ello, la cantidad de residuos orgánicos que se eliminan en los vertederos y a través del alcantarillado de la ciudad se ha reducido enormemente.

2)   Luchar contra la contaminación por plásticos

Un objetivo importante de una bioeconomía sostenible y circular es el uso de más materiales hechos de recursos naturales biodegradables, reduciendo así los residuos de plástico y las emisiones de CO2.

Reducir el uso de plásticos en las explotaciones agrícolas constituye una parte importante de ello. Estos plásticos pueden resultar especialmente difíciles de reciclar, ya que muchos están contaminados con plaguicidas y fertilizantes. En consecuencia, la FAO está poniendo en marcha una nueva iniciativa relativa a los plásticos agrícolas para evaluar la magnitud, el destino y los efectos de los productos de plástico que se utilizan en los sistemas agroalimentarios a escala mundial. La iniciativa ofrecerá alternativas a los plásticos y fomentará el uso de plaguicidas biológicos y fertilizantes orgánicos para reducir los residuos de plásticos contaminados.

También hay otros ejemplos innovadores de reducción del uso de plásticos en otros lugares. Por ejemplo, en México, una importante empresa de bebidas para adultos y una empresa fabricante de coches están colaborando para producir materiales de base biológica con subproductos obtenidos de la elaboración del agave. Con frecuencia, gran parte de los residuos se queman o se envían a vertederos. Actualmente, estas dos empresas están desarrollando un bioplástico ligero a partir de los residuos de agave. Estos bioplásticos se utilizarán en las fábricas de montaje mexicanas de la empresa fabricante de coches.

3)     Diversificar nuestras dietas y dejar de depender solo de unos pocos cultivos

De las más de 6 000 especies vegetales que se cultivan en el mundo con fines alimentarios, tan solo utilizamos nueve cultivos para generar el 66 % de nuestra producción alimentaria.

La labor de la FAO para aumentar la biodiversidad, particularmente en los sistemas agroalimentarios, hace especial hincapié en incrementar el número de alimentos y especies a los que recurrimos. Esto puede ayudar a fomentar la diversificación de cultivos, alejándose de los beneficios económicos del monocultivo.

Además, la diversificación impulsa la nutrición. En muchas comunidades agrícolas, las personas dependen de un único cultivo básico cuya estacionalidad conlleva un período de escasez de alimentos. Impulsar la promoción de cultivos locales menos conocidos a nivel mundial, pero altamente nutritivos, como la yuca o el mijo, puede ayudar a las comunidades a satisfacer mejor sus necesidades alimenticias y apoyar la biodiversidad de los cultivos producidos.

4)     Promover productos de base biológica como alternativa a los fertilizantes y plaguicidas sintéticos

El uso excesivo de fertilizantes y plaguicidas químicos provoca ya problemas de contaminación del agua y el suelo, así como emisiones de gases de efecto invernadero. La búsqueda de soluciones de base biológica para estos productos químicos resulta aún más importante con una población en crecimiento a la que alimentar.

Un ejemplo innovador de soluciones de base biológica proviene de China, donde el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Finanzas están llevando a cabo actualmente un programa que estudia el uso de la paja como fertilizante. La paja es un subproducto común de la producción de trigo y cereales y utilizarla como fertilizante resuelve dos problemas de una vez, a saber, se reduce el uso de fertilizantes químicos y se ofrece a los agricultores una alternativa a la quema de residuos de paja, que constituye una práctica habitual pero también supone una gran fuente de contaminación.

5)     Restaurar las tierras degradadas y mejorar la gestión ganadera

Muchas personas en todo el mundo dependen de la ganadería para su subsistencia, pero hacerlo de manera insostenible puede degradar la tierra. El proyecto “Ganadería Climáticamente Inteligente” de la FAO fomenta la gestión ganadera sostenible en muchas partes del mundo. Por ejemplo, en el Ecuador, una iniciativa llevada a cabo con el apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Gobierno ecuatoriano proporciona a los agricultores capacitación práctica, por ejemplo sobre la forma de instalar sistemas de riego, bebederos e infraestructuras de ordeño. Los agricultores aprenden asimismo nuevos métodos de producción, como el pastoreo de rotación, el compostaje para pastos y la producción de su propio pienso, lo que ayuda a prevenir la degradación de la tierra y mejora la sostenibilidad de la ganadería.

No hay una única vía para establecer una bioeconomía y la sostenibilidad no sucede de forma automática. Sin embargo, con ejemplos de éxito ya establecidos, la FAO, junto con el Grupo de trabajo internacional para una bioeconomía sostenible, está aprovechando este impulso para trabajar en la formulación de unas directrices sobre bioeconomía sostenible. Dichas directrices comprenderán buenas prácticas, instrumentos y orientaciones sobre cómo elaborar marcos de seguimiento, lo que ayudará a los países a poner en marcha estrategias, políticas y programas nacionales en materia de bioeconomía de una forma sostenible.

Una bioeconomía circular sostenible no solo tiene sentido desde el punto de vista ambiental, sino también desde el social y el económico. La sostenibilidad constituye una oportunidad y debemos aprovecharla para proteger nuestro planeta y asegurar un futuro mejor.


Nota publicada en FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), reproducida en PCNPost con autorización.


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SOURCE: FAO

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