El liderazgo que Colombia necesita – Parte II

Por: Francisco Manrique.


El liderazgo que Colombia necesita – Parte I


Los líderes sistémicos tienen la habilidad de ver el sistema en su conjunto, y no desde una perspectiva parcial. Esta habilidad es esencial para construir un entendimiento compartido de los problemas complejos. Desde una visión común, es posible construir soluciones colaborativas conjuntas en función de lograr la salud del sistema completo, y obtener unas mejores soluciones a los problemas que lo afectan. La alternativa a esta posibilidad, son visiones fragmentadas, y acciones desconectadas, cuyo impacto puede ser peor que la enfermedad.

Otra de las habilidades de un líder sistémico, es la de propiciar la reflexión y abrir conversaciones generativas. Reflexionar es el acto de pensar sobre nuestra forma de pensar, de la cual surge la posibilidad de revisar los supuestos y los modelos mentales que condicionan el actuar de una persona. Esta capacidad de generar espacios conversacionales, donde la reflexión individual y colectiva aparece, es fundamental para poder escuchar otras perspectivas, y entender que es lo que limita la acción individual y colectiva. Así mismo, permite ver con otros ojos la realidad. Es el camino para construir confianza donde no ha existido y fomentar la creatividad colectiva.

Una habilidad adicional de un líder sistémico, consiste en lograr que la gente se mueva, de un modo reactivo para resolver problemas, a un modo más proactivo de cocreación de un futuro compartido. Este proceso gradual se consigue cuando, quien lidera, ayuda a los demás a articular sus aspiraciones más profundas, y a desarrollar la confianza del grupo a partir de pequeñas historias de éxito colectivo.

También, implica confrontar a la gente con la realidad que no quiere ver y la brecha con la visión del futuro, que se quiere conseguir. Esta genera una tensión que invita a la creatividad, y a la necesidad de manejar la presión que se produce en el proceso, para que la gente haga el trabajo adaptativo requerido para hacer el cambio. Esto implica lograr inspirar el deseo de un mejor futuro, lo suficientemente poderoso como para que se dejen atrás las viejas prácticas, y haya la energía para arriesgarse a construir un camino hacia lo desconocido.

Es necesario tener en cuenta una consideración fundamental: el cambio real se inicia cuando reconocemos que somos parte del sistema que queremos cambiar. Nuestras acciones no van a ser mas efectivas hasta tanto no cambiemos la naturaleza de nuestra percepción y el pensamiento que las soportan. Por esta razón, es clave entender el papel de los modelos mentales, las creencias y los supuestos, ya que ellos son los filtros a través de los cuales interpretamos la realidad.

Ejemplos como Mandela, muestran lo que puede hacer alguien que es capaz de generar un liderazgo colectivo, en un sistema complejo, que había que cambiar. A través de múltiples intervenciones, unas mas grandes que otras, buscó convocar a blancos y negros en un país polarizado y muy dividido, para que enfrentarán los desafíos comunes de manera colectiva, que les permitiera construir una nueva nación.

Los recursos utilizados por Mandela fueron muchos, como ya lo mencioné. Uno muy importante, fue el ejercicio de escenarios, que le permitió al ala mas recalcitrante de su partido, entender las consecuencias de algunas de sus propuestas, como era la nacionalización de las Industrias claves en Sur África. Con este ejercicio, se pudieron explorar varias alternativas de futuro, y su vez, analizar las consecuencias de acciones que hubieran podido destrozar el proceso de transición y a toda la nación.

Vale la pena recordar, que Pastrana decidió desaprovechar el ejercicio de escenarios “Destino Colombia” en 1998, a pesar de que sólo cuatro años atrás, se había demostrado el impacto de los escenarios de Mont Fleur en Sur Africa. Una oportunidad histórica que dejó pasar, y que tuvo un costo inmenso para el país, situación que hoy, sin un recurso similar, se trata de abordar en la Habana.

Otro recurso muy interesante de Mandela, fue la creación de la Comisión de la Verdad y la Reconciliacion. En su momento, fue una innovacion radical que permitió que hubiera la sanación emocional entre las dos razas, para poder confrontar el pasado y construir colectivamente el futuro. La idea sencilla de juntar a quienes habían sufrido pérdidas muy grandes, con quienes habían sido los responsables, permitió contar la verdad, pedir perdón, y comenzar a moverse juntos hacia el futuro. Un ejemplo de un líder sistémico generando un proceso de liderazgo colectivo, que se volvió un referente mundial.

En la actualidad en Colombia, se ha capitalizado la experiencia sudafricana. Se ha montado la comisión de la Verdad Histórica, y se está planteando una segunda y complementaria. También, se ha innovado en llevar a los víctimas de la barbarie a la Habana, para confrontarlos con las FARC.

Los líderes sistémicos, como Mandela, son efectivos porque no buscan forzar los cambios requeridos. Mas bien, se esfuerzan por crear las condiciones que permiten que estos cambios se puedan efectuar de manera sostenida y a partir de la apropiación de los mismos, por parte de la gente que tiene el reto adaptativo que realizar.

Un desafío similar enfrenta hoy el Presidente Santos con el proceso que se vive en la Habana. La polarización de la sociedad colombiana es evidente y el papel de Uribe en este momento histórico, ha sido el de atizador de esta dinámica. ¿Será que Santos es capaz de crecer en su cargo y venderle al país que veamos el momento, como una oportunidad para escribir con orgullo el nuevo capítulo de nuestra historia ?.

Hasta ahora, lo que se ha visto del proceso deja mucho que desear. La verdad, es que Santos no ha sido capaz de inspirar, en la mayoría de colombianos, una visión de futuro que justifique el reto de dejar atrás los miedos y lo conocido, para explorar un nuevo horizonte compartido. Las encuestas recientes muestran un cambio de percepción positivo en relación al proceso. Sin embargo, sigue ausente la visión de lo que viene después. El punto de encuentro es el hastío por la violencia, pero no la oportunidad que podemos construir colectivamente, si logramos pasar la página sangrienta de nuestra historia.

Otto Scharmer, experto en tema de escenarios y pensamiento sistémico, menciona en su libro “Liderando desde el futuro que emerge”, tres condiciones que se necesitan para transformar un sistema complejo. Abrir la mente para desafiar los modelos mentales; abrir el corazón para permitir la vulnerabilidad y poder escuchar al otro; y abrir la voluntad para soltar ideas y agendas preconcebidas para poder observar lo que se necesita y es posible lograr.


 

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