El fútbol, la agricultura y el cambio climático

Por: Ana R. Ríos.

La copa mundial de fútbol empezó hace unos días. Para muchos, el evento más esperado en cuatro años, siendo un delito implícito tener reuniones o llamadas telefónicas durante partidos críticos o peor aún, intentar cambiar de canal. Hasta casarse en estas semanas puede llegar a ser un problema.

Pláticas diarias incluyen los acontecimientos de los últimos partidos y predicciones de los próximos encuentros, ¡Pobre aquel que no está al tanto de los marcadores y de las mejores jugadas!


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Es común juntarse para ver los partidos y compartir alrededor de comidas y bebidas. Entre tantas conversaciones alrededor de tan importante evento deportivo, alguna vez te has preguntado ¿cómo el impacto del cambio climático en la agricultura podría afectar tu experiencia de la copa mundial? Te contamos algunos datos interesantes que se harán sentir indiferentemente del equipo al que apoyes:

  • Diferencias horarias hacen necesario que, en algunos países, los aficionados tengan que despertarse muy temprano para ver los partidos. En estos casos, el café (en dosis de una o varias tazas) es el instrumento indispensable para garantizar un apoyo contundente a las selecciones favoritas. Lastimosamente, como resultado del cambio climático, a nivel global, al 2050 se perderá hasta la mitad del área óptima para el cultivo del café[1]. De hecho, el aumento de temperatura y cambios en los patrones de precipitación está afectando negativamente la calidad y productividad de este cultivo[2].
  • Aquellos que gustan de una buena copa de vino con el partido, tampoco se salvan. La calidad del vino es altamente sensible a cambios en la temperatura. Esta determina el contenido de azúcar, alcohol y acidez de la uva, factores que influyen en el sabor, color y aroma de esta bebida[3]. Además, se espera que se incremente el déficit de agua en la mayoría de las regiones productoras de vino, lo cual reducirá la productividad e incidirá positiva o negativamente en la calidad dependiendo del lugar. Por ejemplo, la calidad del vino tinto en Bordeaux mejorará, mientras que puede ocurrir lo contrario en climas Mediterráneos donde exista demasiado estrés hídrico[4].
  • Los que disfrutan los goles acompañados por una cerveza serán afectados por igual. La producción de los ingredientes principales de la cerveza son alterados por el cambio climático. El rendimiento de cebada puede reducirse hasta en un 20%[5]. Por su parte, la disponibilidad de ciertos tipos de lúpulos (determinantes del sabor, aroma y amargura de la cerveza) se afectarán por el aumento de temperatura y la reducción en la disponibilidad de agua[6]. Variedades de lúpulo utilizadas para impartir aroma (como Willamette y Centennial) fueron las más impactadas por las altas temperaturas en el verano del 2015 en Estados Unidos, en donde en promedio la producción de lúpulo obtuvo un rendimiento 10% menor al esperado[7].
  • El churrasco o asado, compañero infalible en las reuniones, también es vulnerable a las condiciones climáticas. Temperaturas muy altas reducen la productividad de carne de res, pollo y cerdo al afectar la ganancia de peso, pudiendo causar la muerte de animales en casos extremos[8]. Asimismo, heladas y sequías producen pérdidas de ganado[9].

A los efectos mencionados, se unen cambios en la incidencia de plagas y enfermedades, así como modificaciones en la distribución de estas. Temperaturas más altas en Centro América posiblemente contribuyeron a la epidemia de roya que redujo hasta en una cuarta parte la cosecha de café en el 2012-2013[10].

Ante este panorama, es imprescindible que la agricultura se adapte a los impactos del cambio climático. Algunas actividades importantes incluyen el uso de variedades y razas mejoradas, modificaciones en las prácticas de producción o empleo de nuevas prácticas que permitan ajustarse a condiciones cambiantes, y el fortalecimiento de la investigación y provisión de servicios agropecuarios.

Usando como excusa este relato alegórico sobre la copa, vemos como el trabajo para lograr una agricultura resiliente contribuye a que sigamos disfrutando del mundial y de muchos otros hábitos que muchas veces damos por sentado. ¡No dejemos que el cambio climático nos gane la partida!


[1] Bunn et al. 2014.

[2] Ovalle et al. 2015.

[3] Mozell y Thach 2014.

[4] Van Leeuwen y Darriet 2016.

[5] Parry et al. 2004.

[6] https://www.climate.gov/news-features/climate-and/climate-beer, https://rctom.hbs.org/submission/drought-and-draught-climate-changes-impact-on-molson-coors/

[7] https://www.climate.gov/news-features/climate-and/climate-beer

[8] Nardone at al. 2010.

[9] SEAM/PNUD/FMAM 2017.

[10] CEPAL 2014.


Ana R. Ríos es especialista de cambio climático en el Banco Interamericano de Desarrollo.


Nota publicada en el blog “Hablemos de sostenibilidad y cambio climático” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.


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SOURCE: Los Blogs del BID

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