Una nación hipnotizada

Por: Andrés Quintero Olmos.

No sé cuáles son las instituciones base de este país, tampoco sé en qué sueño colectivo vivimos y mucho menos con cuál droga nos está hipnotizando el Gobierno.

Estuve esta semana en una Conferencia en Bogotá (Concordia Américas) donde intervino el Presidente Santos, quedando impresionado con su descaro y con la sensación de que jura que es Presidente de Dinamarca y no de Colombia.


Juan Manuel Santos Timochenko

Cartagena, septiembre 26, 2016. Presidente Juan Manuel Santos y el jefe máximo de las FARC, Rodrigo Londoño, “Timochenko”. AFP PHOTO Presidencia de Colombia -César Carrion.


Primero, porque durante más de una hora dijo que su Gobierno no había tenido ningún desliz de corrupción. Segundo, porque nos aseguró a los asistentes que él no había cometido ningún error y que su gestión ha sido maravillosa. Y, tercero, que la paz con las FARC y el contenido del acuerdo iba a ser la panacea para nuestra democracia. También estuve escuchando, en la misma conferencia, al expresidente Pastrana, quien se fue lanza en ristre contra Santos, tildándolo de “corrupto” y de querer profesar “un golpe de Estado”. En el medio de estas dos últimas opiniones debería estar la verdad, sin embargo tras un razonamiento jurídico sencillo podríamos materializar la teoría de golpe de Estado:

1. Por estos días el Senado está aprobando por vía “Fast Track” el hecho que el Acuerdo de Paz sea un referente de constitucionalidad, haciéndolo inmodificable durante 12 años (si el periodo presidencial se mantiene en 4 años). Yo sé que muchos están hipnotizados ante el argumento que la paz es un bien superior, pero no sé si logran tomar un poco de relieve y ver el adefesio jurídico: un grupo armado de 5 mil hombres y un Gobierno firman un texto y lo integran a la Constitución. Es decir, se está subiendo a nivel constitucional un texto de más de 300 páginas que casi nadie se ha leído, sin saber cuáles serán sus implicaciones jurídicas más allá de la desmovilización y muy a pesar del hecho tangible que un plebiscito lo rechazó (no vale el argumento que dice que hubo refrendación, porque nadie del No está conforme con este nuevo texto y, por tanto, carece de legitimidad).

En otras palabras, el Acuerdo de Paz reemplaza la Constitución de 1991 por la Constitución de 2017 que combina la anterior con el texto de La Habana. ¡Con razón se desmovilizan las FARC, qué golazo! Según José Gregorio Hernández, ex magistrado de la Corte Constitucional, “…el Acuerdo de Paz como cláusula pétrea (…) rompe el orden constitucional vigente (…) al invertir la pirámide normativa –desconociendo la voluntad popular- hace prevalecer la decisión (del Congreso) sobre el Poder Constituyente originario”.

2. El Gobierno Santos ha venido drogando el imaginario público con el opio de la paz. Ciertamente, estamos dichosos de que el brazo armado de las FARC desaparezca, pero ¿estamos de acuerdo con que su brazo político se vea reforzado constitucional y financieramente? La JEP será una grandilocuente embriaguez de impunidad y el efecto secundario será algo parecido a lo que pasó anteayer: Santos suspendió la extradición a EE.UU del narcotraficante Hemer González porque podría ser miembro de la guerrilla (manejaba las rutas de las FARC).

Que la guerrilla tenga inmunidad de extradición, ¿no es esto en sí mismo un golpe de Estado? ¿Cuántos colombianos murieron en la época de Escobar para que esto nunca sucediera?

 


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