El valor de ingresar a una universidad: más allá de las aulas

Por: Andrés Manrique León.

El interés de las personas por ingresar a la universidad radica en gran medida en la posibilidad de cursar un estudio que les permita generar conocimientos sólidos acerca de un área específica, ya sea, en ciencias exactas, leyes, ciencias naturales, ciencias sociales, áreas de la salud, uso de conocimientos científicos a la invención, como lo es el caso de las ingenierías y otras especialidades como la música o las artes.

Sin duda, desarrollar competencias, habilidades y aptitudes para desenvolverse de la mejor manera durante el desarrollo de la formación profesional, y posterior a la misma, debe ser el punto con mayor relevancia de un proceso de formación universitaria. Sin embargo existe una gran variedad de espacios extracurriculares, y de oportunidades, al interior de las universidades que permiten que los estudiantes fortalezcan y/o consoliden su identidad dando con ello un complemento a esa formación integral a la cual la mayoría de las personas aspiran.


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Imagen cortesía de 10incheslab en FreeDigitalPhotos.net


En la mayor parte de universidades de nuestro país se ofrecen espacios de bienestar universitario o acompañamiento integral; las universidades cuentan con espacios de cultura que permiten ahondar en situaciones que comúnmente no se presentan en las aulas de clase. De esta manera, se han consolidado espacios como: conversatorios de música, proyección de documentales, obras de teatro, talleres de baile, enseñanza de dibujo, pintura o fotografía.

Sumado a esto hay otros escenarios para generar un aprendizaje más profundo, este es el caso de aquellos estudiantes que se vinculan de manera directa con grupos o semilleros de investigación a partir de sus intereses particulares. Igualmente, hay una alta posibilidad ya sea de asistir a convocatorias o concursos académicos; presentar ponencias de adelantos científicos; realizar cursos de extensión dentro del campus universitario; asistir a charlas informativas sobre métodos de estudio o poner en práctica estilos de vida saludables, a partir de una sana alimentación y nutrición.

En igual medida, la universidad alberga la posibilidad de brindar o asistir a charlas informativas sobre experiencias de intercambio académico en diferentes lugares del mundo y realizar publicaciones académicas, literarias, ensayos o reseñas. También se encuentra la posibilidad de asistir a reuniones interdisciplinares donde existe la posibilidad de conocer sobre un tema específico desde diversas perspectivas pues allí convergen estudiantes de múltiples carreras y universidades que exponen sus ideas a partir de su formación y de sus experiencias propias.

Lo anterior es tan solo una pequeña muestra de la diversidad de oportunidades extracurriculares que ofrecen las instituciones de educación superior. Precisamente, es ahí donde se vuelve a resaltar la importancia y el valor que se da cuando una persona inicia un proceso de formación universitario, su aprendizaje va más allá de las aulas de las clases de cálculo, física, historia, geografía, introducción o fundamentos de alguna asignatura de la malla curricular.

Así, al final del proceso, la persona logra darse cuenta que su paso por la universidad no sólo estuvo marcado por la vida académica sino también por esa diversidad de espacios extracurriculares de los que pudo haber participado.


 

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