195 países negociarán acuerdo sobre el clima en París bajo estado de emergencia

Una réplica de la Rorre Eiffel instalada en la sede de COP21, noviembre 29, 2015. AFP PHOTO / MIGUEL MEDINA

Una réplica de la Rorre Eiffel instalada en la sede de COP21, noviembre 29, 2015. AFP PHOTO / MIGUEL MEDINA


La COP21 de París se inicia con una cumbre de más de 140 dirigentes en un país en estado de emergencia tras los atentados, con la doble ambición de sellar un acuerdo contra el cambio climático y enviar una señal de unidad mundial frente al extremismo.

A pesar de los atentados del 13 de noviembre en París (130 muertos), “ninguno de los 140 jefes de Estado (o Gobierno) que tenían previsto venir ha desistido y algunos que no habían contestado lo hicieron indicando que vendrían para no retroceder frente al terrorismo”, indicó el canciller francés Laurent Fabius.

El presidente norteamericano Barack Obama llamó a los dirigentes de todos los países a participar como él en la conferencia para demostrar que el mundo no teme a los “terroristas”.

La cumbre que abrirá la conferencia está destinada a dar un impulso inicial a las negociaciones, pero en el contexto de los atentados estará marcada por un homenaje a las víctimas en medio de medidas drásticas de seguridad.

La conferencia que buscará limitar a 2ºC el calentamiento del planeta reunirá a 195 países del 30 de noviembre al 11 de diciembre en Le Bourget, suburbio al norte de París. Por encima de ese límite, medido con relación a la media de la era preindustrial en el siglo XIX, la Tierra sufrirá según la ONU consecuencias catastróficas que volverían inhabitable muchas regiones de un mundo superpoblado: ciclones, sequías, subida del nivel de los océanos, caída de rendimientos agrícolas, extinción de las especies.

Desde 1995, “las catástrofes meteorológicas se cobraron 606.000 vidas, una media de 30.000 al año, con más de 4.100 millones de personas heridas, que perdieron sus casas o necesitadas de una ayuda urgente”, advirtió este lunes un informe de la Oficina de la ONU para la Reducción de Riesgos de Desastres.

Los acalorados debates a nivel del G20, que este mes condujeron en Turquía a una declaración minimalista sobre el clima, pusieron en evidencia las divergencias existentes.

India y Arabia Saudita buscaron incluso que se omita mencionar siquiera en el acuerdo los 2ºC.

El país “más problemático es India”, destacó Pascal Canfin, del World Resources Institute (WRI).

Cuarto emisor global de gases con efecto invernadero (6,5%), India forma parte del grupo de negociaciones del G77 -que reúne a 134 países emergentes y en vías de desarrollo- y “está enviando señales muy ambiguas”, indicó Célia Gautier, de la Red Acción Clima.

Por un lado, se está orientando hacia las energías renovables con ambiciosos objetivos en materia de energía solar. Por otro, a este gigante asiático que genera 60% de su electricidad a partir del carbón “le cuesta imaginar su desarrollo sin nuevas centrales” térmicas.

El gobierno indio no quiere ni oír hablar de un mecanismo de revisión al alza cada cinco años de los compromisos de cada país en materia de emisiones.

Los compromisos adelantados por la países, conocidos como INDCs, son el centro de las discusiones de la COP21.

Línea Roja:

Al igual que los países más pobres de África y Asia o los estados insulares, India espera ayuda financiera de los países del Norte y el Sur.

Arabia Saudita, también hostil a todo ciclo de revisión, podría intentar arrastrar a otros países a una actitud de bloqueo. Según las reglas de la ONU, todo acuerdo “debe ser aprobado por consenso de todos los países, lo cual es un enorme desafío”, señaló Jennifer Morgan, del WRI.

Para facilitar ese consenso, Laurent Fabius está recorriendo capitales de distintos países del mundo, y visitó desde el viernes India, Sudáfrica y Brasil. Según sus allegados, recibió del primer ministro indio Narendra Modi la garantía de que quería un éxito en París y de que los 2ºC son un objetivo común.

Tras reunirse con Dilma Rousseff, Fabius dijo contar con el respaldo brasileño en sus esfuerzos para lograr un acuerdo.

“Brasil ha asumido muchos compromisos ejemplares y ambiciosos y eso le da credibilidad como socio histórico en las negociaciones sobre clima desde la Cumbre de la Tierra de 1992 en Rio de Janeiro”, declaró Fabius.

Con relación al intento frustrado de Copenhague en 2009, las cosas se presentan mejor ya que los dos principales contaminantes, China (24% de las emisiones) y Estados Unidos (15,5%), “esta vez están sumando fuerzas para que sea un éxito”, destacó Elliot Diringer, del Center for climate and energy solutions.

Sumándose a lo reclamado por la Unión Europea (11%) y Estados Unidos, China se convirtió a la idea de una revisión de los compromisos cada cinco años y a realizar un primer balance antes de 2020, fecha de entrada en vigor del acuerdo.

Sin embargo, a pesar de ser una rica potencia emergente, se niega a verse “obligada” a financiar las políticas climáticas de los países del sur. “Ésa es su línea roja”, aseguró Pascal Canfin.

La otra dificultad es la naturaleza jurídica del acuerdo de París. Washington dijo que aceptaría “un acuerdo híbrido”, cuyo carácter vinculante se aplicaría al seguimiento de lo prometido pero no a su realización concreta.

Finalmente, en el delicado tema de los daños padecidos por los países del Sur a causa del cambio climático, los norteamericanos se niegan a una compensación fundada en una responsabilidad histórica de los países ricos en materia de emisiones de carbono. AFP


 

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