Trump: un peligro para el mundo

Por: Francisco Manrique.

En estos días, alguien me decía que las elecciones son el termómetro del coeficiente intelectual y de la escala de valores de un pueblo. En el caso de los Estados Unidos, lo que se ha visto hasta la fecha del lado Republicano, no luce muy prometedor. De hecho es extremadamente preocupante y peligroso.

Estamos viendo una película grotesca, donde las mentiras, las agresiones, la violencia, las descalificaciones y el show, se tomaron el escenario de la contienda política de ese país. En este proceso, se ha visto con inmensa preocupación, la forma en que figuras públicas han transgredido impunemente los límites éticos a unos niveles verdaderamente desconcertantes.

En particular, el proceso que se ha visto por el lado Republicano, habla muy mal de los 10 millones de seguidores que han votado  por Donald Trump hasta la fecha. Algo muy grave está pasando en ese país, cuando hay tanta gente dispuesta a tolerarle a un candidato tantas transgresiones, exageraciones y sandeces. Este circo político, demuestra entre otras cosas, el alto nivel de resentimiento existente contra la élite “del establecimiento”, que habían representado los intereses del partido Republicano por muchos años.

De hecho, en el camino de esta contienda, quedaron en el pavimento, personajes como Jeff Bush, Ted Cruz y Marcos Rubio, representantes rancios de la élite política Republicana y de la extrema derecha de ese partido (Tea Party). Inclusive, quedó demostrado que la ola de Trump, pudo anular los esfuerzos de la maquinaria oficial del partido, que se movilizó con toda su fuerza, para evitar su triunfo en las primarias, en el estado de Indiana.

Es impresionante que un advenedizo en la política, haya saltado a la luz pública apelando a los más bajos instintos de una masa de votantes que hoy se sienten atropellados por la globalización. Esto explica el eco que tuvo el pronunciamiento de Trump, cuando lanzó su campaña, al acusar de violadores a los emigrantes mexicanos. Pero también a los chinos, cuando los acusó de violar a los Estados Unidos por sus políticas comerciales, ya que han significado la pérdida de millones de puestos de trabajo en el sector industrial de ese país.

Para la gente que sigue a Trump, no importa que esté haya construido su camino hacia la Presidencia a punto de mentiras y de suscitar el resentimiento. The Economist, la prestigiosa publicación inglesa, en su articulo especial titulado: ” El miedo triunfa sobre la esperanza”, ha hecho  un cálculo de que el 76% de las afirmaciones realizadas por este candidato, son falsas.

Hoy, este astuto demagogo y comunicador, con una pinta de loco y que se comporta como tal, está a punto de coronarse para la nominación a la Presidencia de los Estados Unidos a nombre de su partido. Lo que era impensable puede pasar. Por esta razón, es impresionante que haya llegado tan lejos un ególatra que miente descaradamente, que no tiene ningún reparo en ir contra las mujeres, las minorías, y sus vecinos, y que fomenta la violencia.

Pero más preocupante aún, es alguien que propone una visión nacionalista para su país, desconectada de las tendencias mundiales. A Trump tampoco le tiembla la voz al amenazar con matar a las familias de los terroristas, respaldar a Putin en sus ataques en Ucrania, e insultar a los periodistas, acusándolos de mentirosos, porque se atreven a cuestionar sus planteamientos.

Este personaje siniestro, que hoy ya tiene posibilidades de ser el Presidente de los Estados Unidos, ha sido capaz de sintonizarse y darle voz a las frustraciones de millones de americanos blancos, especialmente de la clase trabajadora o (“hard hats”), que lo ven como su representante. Y aquí sí que hay otra paradoja de este alucinante proceso político: un multimillonario que canaliza el rechazo de la clase trabajadora, a una élite a la cual Trump ha pertenecido, mientras actuaba como un muy cuestionado empresario, y no como un político.

Pero lo que más preocupa de este proceso en los Estados Unidos, es que el populismo salvaje tenga tanta acogida. En los discursos de Trump, se reflejan unas creencias y una visión del mundo, que se sintonizan con las de sus seguidores, y que muestran un rechazo profundo a los políticos tradicionales y a las consecuencias de la globalización.

Es evidente, que para el americano medio, hay un sentimiento de frustración porque sienten que los beneficios de pertenecer a la economía más grande del mundo, no les están llegando y la vida a empeorado para ellos. El sueño americano está lejos de su alcance. Para “los milenials” la confianza social está a los niveles más bajos de la historia. Esta situación explica en buena medida el fenómeno de Trump y la acogida de Bernie Sanders, quien a pesar de sus 75 años, le ha dado voz a esta generación en la actual contienda política norteamericana.

Pero volviendo a Trump, este ha interpretado y amplificado muy bien el descontento de mucha gente, en la visión caricaturesca y muy negativa que tiene de su país. Según esta, los Estados Unidos han caído tan bajo, que parecen una nación del tercer mundo, donde nadie los respeta y cuyos resultados económicos y geopolíticos, son muy poco satisfactorios. En ese país, como en Colombia, las condiciones están dadas para que sea muy rentable políticamente el ser un profeta del desastre.

En un artículo de Adriana La Rota, mencionaba: ” qué tanta energía colectiva destinada a cultivar pensamientos autodestructivos, y tanto empeño en darle a la paranoia estatus de realidad, acabe por crear ese futuro que tanto nos espanta”. Ese es el gran peligro de personajes como Trump, en un entorno de resentimiento contra el sistema político , como el que se vive en los Estados Unidos.

El populismo de Trump es una manifestación de un fenómeno más grave y extendido: la desconfianza creciente en las élites y en el sistema democrático. Esto abre el camino a personajes con una buena labia, manipuladores de los medios, que convierten el ejercicio de la política en un reality y en espectáculo vergonzoso, donde se fomenta el miedo y la rabia, vendiendo una visión apocalíptica de la realidad.

Por su pinta, sus discursos, su apelación a la mentira, el resentimiento y a la revancha, Trump se parece mucho a Hitler, cuando este utilizó tácticas similares para ascender al poder, capitalizando las frustraciones y los miedos de millones de alemanes en los años 30 del siglo pasado. Es un populismo fascista tremendamente peligroso, que fomenta los instintos más bajos, y que en Alemania le costaron la vida a millones de personas con el beneplácito de los seguidores de este dictador.

El resultado de las posturas de Trump ha antagonizado a los Hispanos, a los Afroamericanos y a las mujeres. Y esta es una buena noticia porque hace ver muy difícil que pueda alcanzar los 65 millones de votos que se requieren para llegar a la Presidencia de  su país. También, ha generado un rechazo internacional, porque sus propuestas pueden contribuir a generar aún más inestabilidad en un mundo que ya tiene muchos problemas.

Si estuviéramos hablando de verdad, de que los Estados Unidos fuera un país del tercer mundo, como lo afirma Trump para envenenar a sus seguidores, el espectáculo lamentable de su campaña  no sería una noticia internacional. Pero la realidad es otra. A pesar, de la crisis financiera del 2008, y  de los grandes errores en la política internacional de los Estados Unidos en los últimos quince años, este país sigue siendo sin duda la primera economía y potencia militar. La llegada a la Presidencia de un tipo como Trump, claramente se constituye un inmenso peligro para el mundo.

La peligrosa campaña política en los USA, la incapacidad de lograr un consenso en España para nombrar Presidente, el monumental escándalo que afecta la gobernabilidad del Brasil, el desastre de Venezuela, la incapacidad de la Izquierda en América Latina de romper con la corrupción, son todas unas señales muy preocupantes de algo mucho mas profundo. Los políticos profesionales en diferentes latitudes, no han sido capaces de sintonizarse para interpretar las nuevas realidades de los votantes del siglo XXI.

Es evidente que hay una crisis sin antecedentes, en las estructuras y el liderazgo político, que se necesitan para enfrentar los cambios de es siglo. Los sistemas políticos actuales están tremendamente desprestigiados. Y a través de ellos, están llegando al poder personajes mediocres, muchos de ellos corruptos, pero sobre todo incompetentes, para enfrentar el desafío que implica la transformación inmensa de una sociedad, y el aumento de las expectativas de una creciente clase media, más sofisticada y exigente.

En resumen, estamos presenciando una crisis de liderazgo político tremendamente peligroso, que permite que tipos como Trump, tengan posibilidades de asumir la jefatura del país más poderoso del mundo, quien canaliza las frustraciones de mucha gente con el sistema, acudiendo a propuestas facilitas que fomentan el miedo y el sentimiento de venganza.

Y en especial, es una inmensa crisis de liderazgo, porque no tenemos a los políticos capaces de contradecir las expectativas de los votantes, quienes buscan obtener soluciones simples a los problemas complejos que los afectan, pero desconociendo que son ellos parte fundamental de la solución. Este es un llamado de urgencia para quienes tienen en sus manos los destinos políticos de países como el nuestro.


 

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