¿Tregua con FARC en Colombia? Sólo tras consenso político, dicen expertos

El comandante de la guerrilla Farc, Pablo Catatumbo (D) y el Jefe del equipo negociador del gobierno Colombiano,  Humberto de la Calle (I) se saludan durante rueda de prensa, julio 12,  2015. AFP PHOTO/YAMIL LAGE

El comandante de la guerrilla Farc, Pablo Catatumbo (D) y el Jefe del equipo negociador del gobierno Colombiano, Humberto de la Calle (I) se saludan durante rueda de prensa, julio 12, 2015. AFP PHOTO/YAMIL LAGE


¿Tregua con la guerrilla FARC en Colombia? El cese bilateral del fuego, que el gobierno considera un riesgo antes de un acuerdo final para terminar un conflicto de cinco décadas, sólo será posible si antes hay consenso político entre las partes, opinan expertos.

Los diálogos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas), que tienen lugar en Cuba desde noviembre de 2012, se desarrollan sin un alto al fuego en el terreno, algo reclamado desde el inicio por la guerrilla pero rechazado por el presidente por considerar que fortalecería a los insurgentes.

Aunque el gobierno argumenta dificultades para cesar las hostilidades contra las FARC, por existir aún otras guerrillas activas como el Ejército de Liberación Nacional (ELN, guevarista), así como grupos armados de origen paramilitar y bandas narcotraficantes, para los analistas la complejidad es más política que militar.

“El gran aprieto tiene que ver con las agendas políticas”, dijo a la AFP Víctor de Currea, profesor de la Universidad Javeriana y experto en el conflicto armado colombiano.

Para el especialista, los problemas que aduce el gobierno para implementar una tregua traduce una falta de voluntad política. “Si bien es cierto que hay una complejidad en el territorio colombiano por su geografía, por la dispersión de los frentes (de las FARC), la ubicación de las zonas ajenas a la acción militar, no por eso es un imposible”, agregó.

Las treguas en anteriores intentos de pacificación con las guerrillas, que desde la década de 1980 se han sucedido sin éxito y en los que las partes se han culpado mutuamente de sabotaje, han reforzado la posición oficial de no dejar de perseguir a los guerrilleros hasta un acuerdo final en Cuba.

“Lo que no está dispuesto a hacer el gobierno es un cese bilateral prematuro y chambón (mediocre), que nos va a llevar a experiencias nefastas del pasado”, sentenció esta semana Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz negociador plenipotenciario en La Habana.

Un “puente”:

Pese a la negativa de Santos de implementar una tregua antes de firmar la paz, el jefe negociador del gobierno en Cuba, Humberto de la Calle, admitió que ésta podría acordarse pero con “ciertas características”.

“Es necesaria una verificación y un monitoreo con presencia internacional, así como la concentración de la guerrilla en determinadas zonas”, aseguró el funcionario el lunes, un día después de que ambas partes anunciaran esfuerzos para reducir el conflicto armado y acelerar el proceso de paz.

Según un comunicado conjunto, a partir del próximo lunes 20, el gobierno “pondrá en marcha un proceso de desescalamiento de las acciones militares, en correspondencia con la suspensión de acciones ofensivas por parte de las FARC”.

Pero la noticia de una tregua bilateral aún tardará por la falta de avances en la mesa de negociación, donde se discute el espinoso tema de la justicia para los guerrilleros que dejen las armas como resultado del proceso de paz, dijo Christian Voelkel, del International Crisis Group en Colombia.

El alto al fuego bilateral al que está dispuesto el gobierno “no es viable para las FARC cuando todavía no es claro cuál es el futuro jurídico de sus jefes, el tratamiento de los mandos medios, la oferta de reintegración de los combatientes rasos”, aseveró el analista.

La ventaja estratégica de la guerrilla, “con 8.000 combatientes contra 500.000 (integrantes de las fuerzas armadas) es su movilidad. Una vez se concentre, se termina la guerra”, agregó.

Antes de que eso ocurra, los recientes anuncios de “desescalamiento del conflicto” tienden a ser un “puente” entre este momento y cuando “pueda ser viable el cese del fuego bilateral y definitivo”, según Voelkel.

El debate sobre la necesidad de una tregua revivió en Colombia ante el recrudecimiento de la violencia en los últimos dos meses, luego de una emboscada guerrillera que motivó el reinicio de bombardeos oficiales, y el levantamiento el 22 de mayo del cese al fuego unilateral autoimpuesto por las FARC en diciembre, en el marco de las pláticas. (AFP)


 

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