Reforma Tributaria a la Piketty

“No existe proceso natural y espontáneo para prevenir que fuerzas inequitativas desestabilizantes prevalezcan permanentemente.” Pikkety


Por: Samuel Azout.

La desigualdad de ingresos, sus causas, su relación con el crecimiento económico y la pobreza, han sido temas de debate económico por siglos. Lo que nadie duda es que la desigualdad es un mal síntoma para la sociedad. La desigualdad tiende a concederle a los ricos desproporcionado poder y control sobre la vida de los demás. Un ejemplo de esto es el dominio de los medios de comunicación por los más adinerados, lo cual puede inclinar la opinión en beneficio propio. Además, los ricos financian a políticos que a su vez favorecen a sus depositarios en vez de favorecer a los más pobres y vulnerables.

Los países más desiguales tienden a tener períodos más cortos y tasas más bajas de crecimiento económico. Por lo demás, la desigualdad destruye cohesión social, crea tensiones entre clases y perpetúa la disparidad de oportunidades en la población. También se puede argumentar que desde el punto de vista moral, la desigualdad es un fenómeno inaceptable. Cómo podemos justificar que un niño de un hogar de altos ingresos tenga acceso a una mejor educación niño de un hogar pobre?

El tema es muy relevante para Colombia porque somos uno de los países más desiguales del planeta. De acuerdo a datos del Banco Mundial del 2012 Colombia con un coeficiente GINI de 0,535 es el cuatro país más desigual del mundo superado únicamente por Sudáfrica (0,65), Zambia (0,575) y Honduras (0,574). Para muchos economistas y politólogos los valores democráticos y liberales son muy difíciles de salvaguardar en sociedades con tanta desigualdad. Es decir, de no corregirse esta realidad, lo que está en riesgo son nuestras libertades políticas, económicas y civiles.

En su reciente libro Capitalismo en el Siglo XXI, Thomas Piketty de la Escuela de Economía de París, presenta una tesis revolucionaria basada en convincente análisis de data histórica. Según Piketty, en palabras simples, cuando la tasa de rendimientos del capital es mayor que la tasa de crecimiento económico lo que resulta es concentración de riqueza. En el fondo Piketty argumenta que la desigualdad no es un accidente, sino una consecuencia propia del capitalismo.

La teoría de Piketty contrasta con el trabajo de Simón Kuznets de mediados del siglo pasado, quien argumentó que la desigualdad de ingresos en periodos de crecimiento se parecía más a una curva. Según Kuznets, la desigualdad de ingresos crece a lo que se expanden las economías, pero luego cae a lo que los empleos pasan de baja a alta productividad. Es la famosa idea del chorreo económico. Piketty contradice a Kuznets y señala que la tendencia que observó Kuznets en los años 50’s no estaba asociada a fuerzas económicas sino a otros fenómenos. Podemos decir que la historia le da la razón a Piketty porque la desigualdad no ha hecho sino aumentar en países desarrollados como Estados Unidos, retornando a los altos niveles de 1930.

La buena noticia es que para Piketty esta falla del capitalismo se puede corregir con intervención estatal. Concretamente, Piketty propone un impuesto general a la riqueza hasta del 2% del patrimonio y una tasa de impuesto de renta progresiva hasta el 80% para los más ricos. Por supuesto, su propuesta tiene contradictores, desde aquellos que sugieren que altas tasas de tributación desestimulan la inversión, hasta célebres economistas como Galbraith quienes cuestionan la fórmula para determinar capital utilizada por Piketty en su análisis.

Lo cierto es que en Colombia ya estamos ensayando la fórmula de Piketty con el reciente impuesto a la riqueza que hace parte de la reforma tributaria que entró en vigencia este año. Lo que queda por ver es si los dineros de este impuesto ampliarán cobertura y calidad de programas sociales para reducir las vergonzosas desigualdades, o si quedarán atrapados en politiquería, burocracia y corrupción.

Lo último sería nefasto, quedaríamos con el pecado y sin el género.


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