El reto del desarrollo de capacidades en la perspectiva del buen vivir o el desarrollo sostenible

Por: Rodrigo Arce Rojas.

Separar el mundo entre “capacitadores y capacitados” nos podría lleva a pensar que unos son los que tienen los conocimientos, habilidades y destrezas y los otros son los que lo necesitan. De primera instancia podríamos pensar que esto es así pero antes de legitimar expresiones ligeras debemos profundizar al respecto.

Habría que reconocer que todas las personas tienen diversos, grados de conocimientos, aptitudes, y destrezas y esto vale tanto para los “capacitadores” como para los “capacitados”. Estos elementos de aprendizaje son adquiridos vía espacios y modalidades formales, informales y no formales en el que la cotidianeidad laboral, familiar o social tiene un lugar importante. Estos procesos se ven favorecidos cuando las oportunidades que brindan las experiencias avanzan hacia procesos más sistemáticos de reflexión, verbalización y socialización.

Tan importante como aprender haciendo es hacer aprendiendo es decir encontrando nuevos elementos que permitan un mejor entendimiento de la realidad y la generación de propuestas de cambio positivo. Solo así podremos superar posturas polarizadas cuando lo que se trata es de reconocer un amplio espectro de posibilidades de aprendizaje. En esta misma dirección podremos avanzar hacia culturales organizacionales que aprenden.

Si reconocemos el desarrollo de capacidades como un sistema tenemos que reconocer cuáles son sus componentes. Primero aclarar que desarrollo de capacidades no es sinónimo de capacitación. El desarrollo de capacidades considera a la capacitación como uno de sus componentes pero se incorporan además otros elementos como la asistencia técnica, la asesoría, la información, comunicación y acompañamiento. Este último término no hay que entenderlo en el sentido de compañía física únicamente si no la posibilidad de convivir y aprender sobre la práctica.

El desarrollo de capacidades pone en valor las experiencias, saberes, preguntas, inquietudes y dudas de cada uno de los actores presentes en el proceso interactivo de construcción conjunta. Por eso es importante señalar que el proceso de desarrollo de capacidades pasa por saber gestionar nuestros propios aprendizajes a partir de nuestra experiencia vital. Entonces, figurativamente podemos decir que cada persona es una escuela caminante como podríamos hablar de organizaciones escuela si es que así se lo proponen sus miembros.

Incorporar un enfoque de sistemas al proceso de desarrollo de capacidades implica consecuencia. Eso implica que te amplía la posibilidad que no te quedes únicamente en las estrechas posibilidades desde tu condición de actor, de tu referente político administrativo o de tu interés económico. Necesitas mirar el todo, sus articulaciones y sus interacciones. Solo así es posible incorporar enfoques sistémicos, perspectiva de gestión de cuencas y de ecología de paisajes, reconocerse parte de un sistema mayor (que puede ser el país o humanidad según sea el caso).

Ahora bien, hablar de desarrollo de capacidades está en función del grado de acercamiento a grandes campos o categorías de conocimiento. Como en la práctica no todos comparten la cercanía y la familiaridad con esos campos de conocimiento, entonces tenemos que reconocer que las personas tendrán mayores o menores capacidades específicas según su experiencia vital. Es posible por ejemplo que un campesino no conozca de leyes o un especialista en derecho no conozca de técnicas para combatir las plagas de los cultivos de manera orgánica.

Siendo todos parte de un mismo sistema cultural entonces reconocemos que todos necesitamos desarrollar nuestras capacidades en aquellas categorías temáticas que incrementen el potencial de bienestar de las personas y con repercusiones en el colectivo. Vista así las cosas podríamos pensar en un sistema en que tanto “capacitadores y capacitados” aportan al todo. Ahora es posible superar la dicotomía “capacitadores y capacitados” porque en la práctica estos roles pueden y deben ser intercambiables y entramos más bien a los procesos de interaprendizaje.

Aceptada la pertinencia del desarrollo de capacidades pasamos entonces a explorar aspectos ligados a sus grandes objetivos. Esto es absolutamente pertinente en tanto tenemos que tener una articulación muy clara entre el desarrollo de personas, desarrollo institucional, desarrollo comunal, desarrollo regional, desarrollo nacional y buen vivir/desarrollo sostenible en general. Tenemos que delimitar claramente cuál es el alcance de nuestro proceso de desarrollo de capacidades porque de eso depende de cómo vamos a organizar los contenidos, estructuras, procesos y metodologías. Esto no quita reconocer que podemos desarrollar programas de capacidades que articulen la jerarquía aludida de objetivos.

Otra entrada para analizar el desarrollo de capacidades es si contribuyen al desarrollo de personas, al desarrollo institucional o al desarrollo de capacidades para que la persona aludida pueda desempeñarse mejor en su centro laboral u organizativo, en el caso de servidores públicos por ejemplo el objetivo puede ser planteado en términos de brindar al ciudadano o ciudadana servicios públicos de calidad, pero también podría ser planteado en términos de cómo el desarrollo de capacidades contribuye a fortalecer democracia, institucionalidad, gobernabilidad, gobernanza o la gestión del buen vivir o el desarrollo sostenible.

En la práctica estos objetivos no son excluyentes porque el desarrollo personal debe llevar al desarrollo institucional y un buen desarrollo institucional implica también una mejor gestión de los talentos humanos y el cumplimiento de los objetivos institucionales. No obstante, reconocer estas articulaciones, otra vez es menester señalar con claridad cuáles son los alcances que le puedes atribuir al programa de desarrollo de capacidades justamente para saber sobre qué se debe rendir cuentas.

Una vieja discusión refiere a una dicotomía entre atender la demanda de desarrollo de capacidades de los actores y atender las necesidades de desarrollo de capacidades del ámbito organizacional o institucional en el que se inscribe el programa de desarrollo de capacidades. Reconocer que esta tensión tiene origen en una serie de premisas que se han generado y aún subsisten en el mundo del desarrollo. Por ejemplo las tensiones entre gobierno de arriba hacia abajo o gobierno desde abajo hacia arriba, gobernantes y gobernados, administradores y administrados.

En esta misma lógica, es importante reconocer cuáles son los alcances de procesos participativos de diseño, gestión y seguimiento de procesos de desarrollo de capacidades. En esta dinámica los procesos participativos significan un proceso de diálogo y negociación en lo que los actores involucrados llegan a acuerdos sobre las características del proceso de desarrollo de capacidades.

La pertinencia del factor participación en el proceso de desarrollo de capacidades radica en que en sociedades sociodiversas y pluriculturales como las nuestras donde ingresan al sistema significados, emociones, valores, creencias, visiones, perspectivas, intereses, relaciones de poder, derechos, historias, entre otros elementos, es necesario administrar toda esta energía cultural para que el programa de desarrollo de capacidades resultante sea producto de un proceso negociado, esto es un proceso en que las partes han deliberado y han tomado decisiones sobre los objetivos, alcances y características del proceso. Esto implica reconocer que los procesos de desarrollo de capacidades no significan legitimar las asimetrías e inequidades o generar nuevas dinámicas de conflictividad. No es problema que existan diferencias o intereses, el tema es cómo los actores se organizan para procesar esas diferencias. Como resultado de estos procesos dialogados y negociados de desarrollo de capacidades éste se ubica en una perspectiva transformativa guiada por principios de justicia, equidad y sustentabilidad.

También es importante reconocer que la alta diversidad cultural no se refiere únicamente a grupos en tanto esta diversidad alcanza al interior de los grupos. Un grupo o sector no es una entidad absolutamente homogénea y por tanto es importante considerar perspectivas de interculturalidad e intraculturalidad. Cada grupo con su particular forma de aprender y de valorar procesos más sistemáticos de desarrollo de capacidades.

Como se ha mencionado la información forma parte del desarrollo de capacidades. Este es un tema especialmente importante en sociedades donde prima una cultura oral y limitaciones para el acceso a las posibilidades que ofrecen las tecnologías de información y comunicación. Con la cantidad de información que existe y con el proceso impresionante de ampliación cotidiana de la información es importante no caer en la angustia de tener y dominar toda la información, eso ahora es imposible. Lo que interesa en el fondo es desarrollar la capacidad de aprender a aprender. Pero además es importante entrar a la arena del desarrollo de capacidades con la suficiente humildad como para ser capaz de deconstruir y desaprender, apertura necesaria justamente para volver aprender y así consolidar un esquema espiralado pero ascendente de aprendizaje. Significa también que soy capaz de entrar en el proceso con la predisposición para resignificar o resemantizar mis creencias, convicciones y discursos.

Con relación a la información como componente del desarrollo de capacidades encontramos diversos comportamientos: los que producen información y los que consumen información. Otra forma de plantearlo es los que buscan la información y los que se contentan con la información que les llega sin esfuerzo o con el mínimo esfuerzo. Otra tipología señala a los que almacenan la información y los que usan la información. Otros dan un salto cualitativo y producen conocimientos a partir de la información con la que disponen o la que buscan y obtienen. Lo importante es caer en cuenta que las personas que saben gestionar mejor la información tienen mejores posibilidades para desarrollar sus capacidades. Aquí no estamos hablando únicamente de información digitalizada sino de toda fuente de información en el que también reconoce la cultura oral.

La efectividad de los procesos de fortalecimiento de capacidades no se mide solo por cuánto se ha aprendido sino también por la medida en que se aplica, en la medida en la que se recrea innovadoramente nuevas alternativas. El proceso de desarrollo de capacidades no es completo si es que no acompañado de indicadores que midan el cambio sea a nivel de desempeño o a nivel de impacto.

Los procesos de desarrollo de capacidades no pueden ser planteados serios, acartonados o aburridos por ello la importancia de una visión ontológica, de considerar la persona en su integralidad como cuerpo, como mente, como corazón, como espíritu, como fisiología y como palabra. Es por ello que aspectos emocionales también tienen lugar. Es importante que sean concebidos como procesos dinámicos, flexibles en la que la diversidad sea una de sus principales características.

Mucho de nuestro proceso formativo actual tiene que ver con prepararse para lo previsible y para lo imprevisible. Nos debemos preparar aún para procesos que todavía no están claramente definidos, para problemas que aún no existen. Gran reto de ir ganando certidumbres temporales para procesos inciertos.

Todos podemos y debemos ser sujetos de desarrollo de capacidades en esta suerte de roles intercambiables entre los actores, unas veces aprendiendo entre pares otras veces aprendiendo de los diversos y entre los diversos. El desarrollo de capacidades es un derecho y una obligación lo que reconstruye su sentido de corresponsabilidad en la gestión de buen vivir o el desarrollo sostenible. Es la posibilidad de desplegar todo el conjunto de facultades y potencialidades de las personas para que en base al diálogo y la creatividad puedan generar procesos de armonía social y de convivencia con la naturaleza y el cosmos.


 

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