Los hijos de la guerra

Por: María Alejandra Ahumada. 

El próximo 15 de marzo se cumple el quinto aniversario de la guerra en Siria. 5 años en los que el país ha sido devastado por las bombas y ametralladoras, su población ha sido masacrada y desplazada, y niños sin infancia se han convertido en la cara más desgarradora y dramática de una guerra que parece no tener fin.

Fue en marzo de 2011, en el vértice de la llamada “primavera árabe”, cuando estallaron las primeras protestas en Daraa, ciudad al suroeste de Siria, en contra de la tiranía del gobierno de Bashar Al-Assad. Desde entonces la población civil se ha encontrado en medio del fuego cruzado entre las fuerzas leales al gobierno, las fuerzas rebeldes y los grupos yihadistas (en especial el Estado Islámico).

Pero, alrededor de esta tragedia, también se devela otra problemática alarmante: la precaria situación que padecen los niños durante la guerra, a lo largo de su éxodo en busca de asilo y en su actual condición como refugiados.

Imágenes desgarradoras como la del niño kurdo, Alan Kurdi, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en las costas turcas; o la de la niña siria con sus manos al aire en señal de rendición al confundir la lente de una cámara fotográfica con una ametralladora, son sólo dos de las miles de imágenes que reflejan la escabrosa realidad que padecen estos menores sometidos al terror, al trauma, la esclavitud y la muerte dentro y fuera de la guerra.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), “1 de cada 4 solicitantes de asilo son niños” y más de 14 millones de niños de la región sufren las secuelas de este conflicto bélico.

Unicef señala que más de 6 millones de niños padecen situaciones de desplazamiento, estado de sitio y pobreza; 2,4 millones de niños viven como refugiados en Líbano, Jordania, Irak, Turquía y Egipto; y 2,8 millones de niños iraquíes han sido obligados a abandonar sus hogares.

Lo más inaudito es que después de padecer las atrocidades de la violencia desatada en sus países de origen (según el diario El País de España, 27 de cada 100 muertos que dejan los enfrentamiento en Siria son niños), la inclemencia de su travesía hacia un lugar seguro y el trato recibido en los refugios puede resultar igual de difícil y peligroso para ellos.

Algunos campamentos de refugiados como el localizado en Taanayel, un pueblo en Líbano cerca de la frontera con Siria, es un ejemplo del abandono en el que viven estos menores. En este lugar, como es expuesto por el diario El País en el reportaje “Perdidos en el valle de Bekaa”, decenas de familias malviven con los escasos recursos que consiguen de labrar la tierra y recolectar basuras, labores en las que participan diariamente hasta los niños más pequeños a cambio de unos centavos o un poco de comida.

A su vez, los niños son vulnerables a caer en manos de grupos delincuenciales y bandas de traficantes durante su travesía hacia y dentro de Europa.

Datos del cuerpo policial de la Unión Europea (Europol), publicados por “The Guardian” confirman que más de 10,000 niños refugiados no acompañados han desaparecido a su llegada a Europa, (se estima que un 27% del millón de refugiados que ingresó a Europa en 2015 son niños). Aunque algunos de los menores pudieron reunirse con sus familiares, se teme que muchos hayan caído en manos de redes de trata de personas que hacen parte de una sofisticada infraestructura criminal paneuropea apuntando a los refugiados.

Estas redes de explotación sexual se habrían formado desde hace 18 meses, periodo en el que 5000 niños han desaparecido en Italia y otros 1000 en Suecia. Desde estos países los pequeños serían transportados a Alemania y Hungría, para luego ser distribuidos hacia el resto de Europa. Estas redes parecen estar conectadas a viejas organizaciones de explotación sexual y esclavismo, como también a los grupos de contrabandistas que “ayudan” a los refugiados a entrar a la Unión Europea.

Este es el brutal escenario al que se enfrentan muchos de los niños refugiados. ¿Dónde están los menores desaparecidos? Nadie da respuesta. Y, a pesar de las insuficientes ayudas humanitarias, de lo único que se tiene certeza es que la mayoría de los niños que huyeron de la esclavitud de la guerra, ahora padecen la esclavitud de la pobreza, el abandono y la explotación infantil.


 

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