La guerra de las mujeres kurdas

Los kurdos son una etnia sin Estado, en su mayoría musulmanes suníes, que habita en Kurdistán, una región dividida entre los Estados de Siria, Irak, Turquía e irán, pero que no se siente parte de ninguno de los anteriores.

Jóvenes kurdos en una obra teatral representando la lucha contra el Estado Islámico, en el Festival Internacional de Cine de Dohuk, en Dohuk, 430 kms al noreste de Bagdad, septiembre 16, 2015. AFP PHOTO / SAFIN HAMED

Jóvenes kurdos en una obra teatral representando la lucha contra el Estado Islámico, en el Festival Internacional de Cine de Dohuk, en Dohuk, 430 kms al noreste de Bagdad, septiembre 16, 2015. AFP PHOTO / SAFIN HAMED


En los Posts pasados (El peligro de la retórica anti inmigrante y Lo que el Mediterráneo se tragó) me he concentrado en detallar fragmentos del trágico éxodo de refugiados provenientes de distintas regiones de Oriente Medio, Asia y África, hacia sus países fronterizos o al vecino continente europeo.

En esta ocasión quisiera destacar una historia que se desenvuelve en medio del fuego cruzado entre el grupo yihadista conocido como Estado Islámico (EI) y las fuerzas armadas del Kurdistán al norte de Siria e Irak, que combaten contra la avanzada del grupo terrorista. Es la historia de las valientes mujeres que luchan junto a los hombres en las filas armadas kurdas: las llamadas “female freedom fighters” o mujeres combatientes por la libertad.

Como lo hizo Boudica, la reina guerrera de los icenos, al este de Inglaterra, al liderar a su pueblo contra las fuerzas invasoras del imperio Romano entre los años 60-61 D.C., o Juana de Arco al guiar exitosamente al ejército francés en su lucha por recuperar los territorios ocupados por los ingleses como consecuencia de la guerra de los 100 años; las combatientes kurdas, en una tierra donde la violencia toca las vidas de sus ciudadanos todos los días, decidieron alzarse en armas junto a sus hombres para evitar que su pueblo siguiera siendo desplazado, esclavizado y asesinado.

Los kurdos son una etnia sin Estado, en su mayoría musulmanes suníes, que habita en Kurdistán, una región dividida entre los Estados de Siria, Irak, Turquía e irán, pero que no se siente parte de ninguno de los anteriores. Es importante resaltar que este artículo no busca adentrarse en los ideales separatistas de las fuerzas kurdas de sus respectivos Estados de procedencia, sino distinguir el crucial rol político y militar que juegan las mujeres kurdas dentro de la defensa de su etnia y de su territorio en contra del Estado Islámico, y en pro del empoderamiento de la mujer al interior de un continente regido por hombres y sometido por ideales autoritarios y patriarcales.

Estas combatientes hacen parte de las líneas militares kurdas dentro de las Unidades Femeninas de Protección, creadas en el 2012 como una rama de las fuerzas armadas del Kurdistán sirio: las llamadas Unidades de Protección Popular (YPG); también luchan dentro del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), originario del Kurdistán Turco y considerado como grupo terrorista por Estados Unidos, la NATO y Turquía, aunque actualmente el partido combate junto a las fuerzas del YPG (aliado de Estados Unidos en la lucha contra el EI); y, por último, hacen parte de los Peshmergas, los combatientes Kurdos del norte de Irak.

Estas guerreras que han abandonado sus vidas y han sacrificado la posibilidad de tener una familia, son uno de los grandes temores de los miembros del EI, para quienes morir a manos de una mujer significa que no entrarán al paraíso sino que irán al infierno, como lo publicó el medio inglés Daily Mail Online.

Desde que el Estado Islámico declaró la instauración de un “califato” (un sistema de gobierno en el que se elige un líder religioso y político “un califa” para dirigir a los musulmanes del mundo, bajo un riguroso seguimiento de la tradición islámica) y clamó a su cabecilla, Abu Bakr al-Baghdadi, como califa en junio de 2014, su sangriento accionar ha acabado con la vida de más de 3.000 personas, incluyendo mujeres y niños, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Y, ha sido, precisamente, el ejército kurdo junto a sus mujeres combatientes el único capaz de detener la avanzada del grupo terrorista, recuperando territorios al norte de Siria que van desde Kobani hasta la frontera iraquí.

En una región en donde en países como Jordania la violencia doméstica y los asesinatos por honor contra las mujeres son recurrentes, donde en Saudi Arabia las mujeres necesitan permiso de los hombres para trabajar o casarse, y en donde sólo en Egipto y Abu Dhabi existen mujeres con autoridad para oficiar matrimonios y divorcios; las guerreras kurdas son una esperanza inspiradora en la búsqueda y el establecimiento de sociedades más democráticas e igualitarias para las mujeres en Oriente Medio.

A pesar de ser una historia para muchos lejana y extraña, el Estado Islámico ha demostrado su poderío y amenaza global con ataques como los perpetrados en Kuwait en una mezquita de musulmanes chií, en donde murieron 25 personas; en el atentado a una fábrica de gas en Saint-Quentin-Fallavier, en Francia; y en el asesinato de 38 turistas que disfrutaban de sus vacaciones en la playa de Susa, en Túnez. Los tres atentados fueron perpetrados en el mismo día: el 27 de junio de 2015, mes en el que se cumplía el primer aniversario de la fundación del “califato” proclamado por el EI.

La historia de las combatientes Kurdas se convierte en un precedente relevante no sólo por su indispensable participación dentro de la lucha contra el terrorismo que ataca a Medio Oriente y amenaza la estabilidad de occidente, ahora bajo la máscara del EI; sino también porque es una historia en la que las mujeres decidieron dejar de ser víctimas para convertirse en líderes de su pueblo y reivindicadoras de sus derechos, dentro de un movimiento emancipador en contra de la estructura familiar patriarcal, que podría cambiar la imagen de las mujeres en medio oriente dando paso a valores más justos, incluyentes y respetuosos de los derechos humanos tanto de hombres como mujeres.

En conclusión, la toma de las armas ha dado a las mujeres la posibilidad de defender a sus familias, de morir por sus ideales y de ser tratadas como iguales dentro de la organización militar y política kurda. Resta ver si la equidad que comparten junto a los hombres durante la guerra las seguirá acompañando en tiempos de paz, y no serán “quemadas en la hoguera” como le paso a Juana de Arco cuando dejó de ser un personaje imprescindible.


 

 

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