La austeridad en tela de juicio

Por: Robert J. Samuelson. 

¿Es éste el principio del fin de la austeridad?


El día posterior a la impresionante victoria del partido griego de izquierda, Syriza, en la última elección del país, el Financial Times publicó el siguiente titular:

“Victoria de izquierdistas griegos lanza desafío a la estabilidad del euro Inspiración para partidos similares en todo el continente.”

Fue Grecia, recuerden, la que a fines de 2009 desencadenó la crisis de la deuda europea con la revelación de que su déficit presupuestario era mucho peor de lo que sus estadísticas oficiales habían indicado (los números habían sido amañados). Y Grecia ha sufrido enormemente. De fines de 2009 a fines de 2013, su economía (producto bruto interno) se contrajo en un duro 25 por ciento. En el último conteo (septiembre) la tasa de desempleo era del 25,7 por ciento. Entre los jóvenes de 25 y menos años, la tasa era del 49,8 por ciento.

Ahora Grecia está volviendo a virar el debate. La reacción negativa contra la austeridad –los recortes de gastos, impuestos más altos y otras normas, tenían como objetivo reducir los grandes déficits presupuestarios y hacer que los salarios y precios de Grecia fueran más competitivos en los mercados mundiales– es comprensible. Si es realista, es una pregunta que aun no se ha contestado. Lo que se cierne, como lo sugiere el titular del Financial Times, es un choque entre las élites de Europa, que favorecen la austeridad, y gran parte de la clase media, cada vez más desesperada y desilusionada.

Alexis Tsipras, el líder de Syriza, ha propuesto renegociar gran parte de la deuda pública griega (que ahora se estima en un 177 por ciento del PBI) y ralentizar la “privatización” de las empresas del estado. “La austeridad ha fracasado en Grecia,” escribió unos días antes de la elección. El gobierno anterior había “prometido a las entidades crediticias del país que recortaría los salarios y las pensiones, y aumentaría los impuestos.” Es una locura, dijo. Cumpliendo con otras promesas de la campaña, el gobierno de Tsipras rápidamente anunció un salario mínimo mas alto, aumentos en algunas pensiones del estado, y planes para volver a contratar a algunos trabajadores del gobierno despedidos.

La respuesta es que la austeridad, aunque enormemente dolorosa, estaba comenzando a funcionar, y tratar de revertirla podría crear una reacción negativa. Jacob Kierkegaard, del Peterson Institute, teme que Syriza esté adoptando un enfoque de enfrentamiento contraproducente hacía las entidades crediticias de Grecia. Se predijo que la economía de Grecia se expandiría modestamente, alrededor de un 2 por ciento en 2015. “Pero dada la incertidumbre resultante de un enfrentamiento, estas proyecciones no tienen valor,” sostiene.

Grecia ya se ha beneficiado de la anulación de un deuda. En 2012, alrededor de 100.000 millones de euros de deuda en manos de bancos inversores privados fueron reducidos a la mitad, dice el economista Hung Tran, del Institute of International Finance, un grupo de investigación. Los vencimientos también se alargaron y las tasas de interés se bajaron, aumentando la ayuda general con la deuda.

La reducción de esa deuda ha dejado la mayor parte de la deuda restante de Grecia en manos de tres organizaciones gubernamentales – conocidas como “la troika” – que continuaron prestando a Grecia, a cambio de normas aprobadas. La troika está compuesta de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, y el Fondo Monetario Internacional. Juntos, tienen en sus manos más de dos tercios de la deuda gubernamental de Grecia, que suma 317.000 millones de euros, expresa Tran.

La troika y Grecia negociarán para resolver sus diferencias. El fracaso podría ser catastrófico para Grecia. A menos que Grecia tenga un programa aprobado por la troika, el BCE ha advertido que dejará de prestar a los bancos del país, dice Kierkegaard. Sin el respaldo del BCE, los bancos probablemente quebrarían, hundiendo la economía aún más. Sin un acuerdo, la troika tampoco concedería mas préstamos a Grecia, lo que resultaría en el incumplimiento de pagos de préstamos que se vencen. Grecia podría abandonar el euro y restaurar su propia moneda, el dracma.

Pero la troika también enfrenta limites a su poder. Si se muestra demasiado rígida con Grecia, podría provocar otra reacción negativa popular en otros países deudores, entre ellos España e Italia. “La reacción se fortalecerá,” dice Tran. La salida griega del euro crearía también una situación nueva, que tal vez desencadenara una crisis financiera total. Por otro lado, si la troika es demasiado indulgente con Grecia – lo que probablemente no ocurrirá – otros países deudores podrían exigir ayuda.

La austeridad está en tela de juicio. Hay una gran división entre los que la consideran como una medicina necesaria y los que piensan que es veneno económico. Y como señala Tran, “la línea divisoria se está profundizando.”


© 2015, The Washington Post Writers Group


 

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