La agricultura con cara de mujer – Parte I

¿Por qué las mujeres son tan importantes para la agricultura?


Agricultoras. Trabajadoras. Empresarias. Cuidadoras. Sustentadoras. Productoras. Madres. Esposas. Hijas.


Faustina Navarro, en su plantación de maíz en Manchaybamba, Andahuaylas, Peru. Octubre, 2006. ©IFAD/Pablo Corral Vega.

Faustina Navarro, en su plantación de maíz en Manchaybamba, Andahuaylas, Peru. Octubre, 2006. ©IFAD/Pablo Corral Vega.


Las mujeres son la piedra angular de la economía rural, especialmente en los países en desarrollo. Sin embargo, en comparación con los hombres solo obtienen una fracción de la tierra, el crédito, los insumos (como semillas mejoradas y fertilizantes) y la formación e información en agricultura que ellos reciben.

Se ha demostrado que, si se potencia el papel de las mujeres rurales y se invierte en actividades que aumentan significativamente la productividad, el hambre y la malnutrición se reducen y mejoran los medios de vida rurales. Esto no solo beneficia a las mujeres, sino a toda la población.


¿Por qué las mujeres son tan importantes para la agricultura?

En promedio, las mujeres constituyen el 43 % de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo, y se estima que representan dos tercios de los 600 millones de criadores de ganado pobres del mundo.

De las mujeres de los países menos adelantados que se declaran económicamente activas, el 79 % indica que la agricultura es su principal fuente de sustento (a nivel mundial, el 48 % de las mujeres económicamente activas).

Una proporción significativa de los hogares de todas las regiones está encabezada por mujeres, aunque el acceso de estas a los recursos y servicios productivos es limitado.

Generalmente las mujeres rurales trabajan más horas que los hombres, si se tienen en cuenta tanto las tareas productivas remuneradas como sus responsabilidades reproductivas o domésticas y familiares no retribuidas. Si se consideran estas últimas, el número total de horas de trabajo de las mujeres supera al de los hombres en todas las regiones.

Las mujeres suelen emplearse en tareas con un alto coeficiente de mano de obra, obtienen salarios generalmente más bajos que los hombres y es más probable que se les pague a destajo. Por ejemplo, en el mercado africano de trabajo ocasional en la agricultura los salarios de las mujeres (ya sean en efectivo o en especie) suelen ser un 50 % más bajos que los de los hombres.

Debido a que a menudo las familias rurales no pueden mantenerse únicamente mediante las actividades agrícolas, la economía no agrícola se está convirtiendo en una fuente de ingresos cada vez más importante para estas familias. Sin embargo, las mujeres rurales no se encuentran en igualdad de condiciones a la hora de acceder a estas oportunidades de empleo.

En el mundo en desarrollo, en los sectores de producción agrícola de valor elevado orientada a la exportación predomina el empleo de mujeres asalariadas. Por ejemplo, las mujeres representan un porcentaje igual o superior al 50 % de los empleados en países como Chile, Ecuador, Guatemala, Kenya y Sudáfrica.


Ver infografía – FAO


 

SOURCE: FAO

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