Jornal del Caribe I: Sobre nuestra cultura, la música del mundo y el buen café espresso

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Por: Roberto McCausland.


No. 1


Introducción

El programa Jornal del Caribe está dedicado al Caribe y su influencia en la música y cultura universales. El Caribe, o la cultura caribe, comprenden países como Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica, México, Cuba, República Dominicana, Haití, Puerto Rico, las Antillas, las Islas Vírgenes, Nueva Orleans, Luisiana y otros territorios continentales o insulares en su área de influencia. Viajaremos por nuestro Caribe y nos deleitaremos con la música clásica, el jazz, el rock, la música popular y folklórica, incluyendo de manera apropiada el tema de la danza, las artes visuales, la ópera, y todo lo relacionado con su cultura y su filosofía. Asimismo, hablaremos detalladamente sobre el intercambio artístico y cultural entre nuestro mar mediterráneo —el Caribe—, y aquel “Caribe europeo” —que es el mar Mediterráneo propiamente dicho—, con sus similitudes e intercambio artístico y creativo entre las dos áreas…y el buen café espresso.

Tema

Sobre el tema de la música del Caribe y el surgimiento del jazz, en relación con la música caribe autóctona y la clásica, he venido desde hace un buen tiempo creando obras que hacen una fusión de tres estilos: clásica, caribe y jazz. En esta perspectiva, próximamente presentaré el trabajo Variaciones sobre un tema caribe para orquesta de cámara, percusión caribe y piano.

En lo que concierne a esta obra, parte de mi misión ha sido poner en escena —y destacar— la música y la cultura del Caribe al nivel universal de los grandes maestros, como Bach y Beethoven; es decir que en el Gewandhaus de Leipzig se pueda programar una sinfonía de Beethoven a la par con una obra del Caribe, basada en nuestra música y cultura en paralelo, con multiplicidad de voces y destinada a los escenarios de las buenas salas mundiales. La fusión de la música del Caribe, con el formato clásico y todos sus colores, ritmos, sentidos y auras, debe ser parte del proceso de llevarla a las grandes salas.

De esta manera, nuestra creación se presenta como gran música sin quitarle su herencia rítmica, disonante, sensual, erótica y lúbrica, sus danzas y el calor humano, así como sus influencias africanas y del Medio Oriente, el flamenco, el ruido: toda su expresión en vivo, evitando la así llamada “estilización para música ambiental convencional”. Por el contrario, la obra entraña una emoción inolvidable tanto para el público como para el ejecutante.

En este trabajo se plasma artísticamente, mediante reflexión, la vida y la cultura del Caribe, con sus danzas, fábulas, cuentos, mitos e historia. Tal como Bartok y Liszt y Ravel y Debussy lo hubiesen hecho si hubiesen nacido aquí. La motivación de los grandes artistas no es hacer arte ‘clásico’, ya que esto es sinónimo de repetición sin crecimiento artístico. Hacer gran arte consiste en manifestar los temas que tengan relevancia contemporánea utilizando el medio artístico expresivo del creador; sea solo piano, orquesta, ópera, arte, pintura, poesía, literatura o escultura, y conmoviendo a la audiencia mediante el sentimiento de lo expresado.

Coda

El gran café y el gran espresso son como la gran música: se ‘componen’ de muchas maneras. El gran café puede ser dulce, amargo, corto o grande. Lo puedes tomar solo o con acompañamiento. Tiene infinidad de texturas, variaciones, efectos y sentimientos. Es gran compañía y uno solo nunca es suficiente. Hay que, siempre, probar y oír más.

En este Jornal hablaremos del buen café espresso y la gran música del Caribe.

Cadenza

En Colombia y países vecinos, por lo general, la música autóctona es de carácter funcional. Es decir, la música cumple con funciones sociales, que van desde las danzas, los acontecimientos religiosos y nacionales, los cuentos, las creencias, los matrimonios, el chisme, los problemas cotidianos, el tiempo y las estaciones del año, y mucho más.

En el caso de las costas colombianas, el ritmo, en comparación con otros lugares del Caribe, es más complejo y algo más lento o ‘dulce’ con un poco más de ‘caída’ que el ritmo de otros lugares; tal vez por el tipo de lengua o acentuación del dialecto hablado originario. La forma arquitectónica musical predilecta es la de rondas o rondó. O sea, de manera social, los músicos se asentaban a los costados, empezaban con un ritmo, el grupo lo absorbía y, cada tanto que entraba un instrumento de percusión, empezaba la ronda de nuevo con un poco de variación. Cuando sentían cierta saturación, cambiaban de patrón y empezaban a improvisar en diálogo, tal como en África.

Hoy, esto todavía se ve en la forma en que los músicos autóctonos se reúnen para tocar sus patrones rítmicos con los diferentes tambores y demás instrumentos de percusión alta. El resultado del diálogo musical percusivo se asemeja a fugas rítmicas y temáticas. En el campo social, en la Costa Caribe cuando las mujeres se reúnen a una supuesta charla sentadas de manera circular, empiezan dando temas y nombres. Luego se arma el bullerengue, algo que, a quien no tiene experiencia, le parecería o haría pensar que se estuviesen desplumando, porque se gritan, se dan alaridos las unas con las otras y se dicen todas las ocurrencias y pensamientos imaginables. Siguiendo, llegan a una corta cadenza de silencio exhaustivo, y terminan —en acuerdo o en desacuerdo—, con la referencia al tema de conversación ¡y con la conclusión!

Dicho en otra manera, y en términos musicales, se trata de rondas con motivos fugales, el desarrollo, y su conclusión: música y vida social se asemejan.

Descarga

El gran café y los grandes compositores tienen un romance establecido, por lo menos desde los tiempos de Juan Sebastián Bach. Johann Sebastian Bach —cuyo apellido alemán se traduce como riachuelo, quebrada o río, y también arroyo—, inmortalizó el buen café con su Cantata sobre el café. Ludwig van Beethoven contaba los granos de café. Ludwig no tomaba su café, a menos que los granos no sumaran exactamente sesenta por taza vienesa, antes de ser molido. Wolfgang Amadeus Mozart, por cierto gran amigo de Beethoven durante su corta vida, cataba su café en la Kartner Strasse de Vienna, en donde hoy día uno puede tomar un espresso con chocolate y vainilla, denominado ‘Café Mozart’. Liszt tomaba café con ‘schnapps’, que es un licor alemán, o con ‘palinka’ en Hungría, y con coñac en Francia. Wagner, aun cuando era vegetariano, insistía en su café oscuro. Mahler dejó su huella en uno de los más conocidos cafés de Viena, donde solía tomar su café vienés. En este momento, no podría recordar qué gran compositor no disfrutaba del buen café. Y, para la mayoría, en efecto, el gusto era de café negro y espresso.

Vládimir Horowitz decía que Art Tatum era el mejor pianista del mundo; y, por cierto, ambos tenían una colección de piezas para oír a la hora del café. En el Caribe tomamos todo tipo de café, desde tinto, café con leche, café cortado, espresso, café con nata, y mucho más.

Finale

Concluyamos, pues, repitiendo que el gran café y el gran espresso son como la gran música: se ‘componen’ de muchas maneras. El gran café puede ser dulce, amargo, corto o grande. Lo puedes tomar solo o con acompañamiento. Tiene infinidad de texturas, variaciones, efectos y sentimientos. Es gran compañía y uno solo nunca es suficiente. Hay que, siempre, probar y oír más. El comercio y el café nos proporcionan la cultura del Gran Caribe.


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El pianista Roberto McCausland en Carnegie Hall , Nueva York

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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