Imponer un precio al carbono, tema clave pero excluido de la COP21

Trabajadores en una banda transportadora de carbón en Workers Datong, China, noviembre 20, 2015. AFP PHOTO / GREG BAKER / AFP / GREG BAKER

Trabajadores en una banda transportadora de carbón en Workers Datong, China, noviembre 20, 2015. AFP PHOTO / GREG BAKER / AFP / GREG BAKER


El debate sobre imponer un precio al carbono para favorecer las inversiones en tecnologías más limpias seguirá excluido de las negociaciones climáticas de la COP21, a pesar de numerosos llamamientos a favor de tal dispositivo.

Dirigentes internacionales, empresarios, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial abogaron por la instauración, con ocasión de la conferencia de París, de un precio del carbono (costo de la tonelada de carbono emitido). El pago por las emisiones de gas de efecto invernadero tendría por objeto incitar a las empresas a invertir en tecnologías más limpias.

Se trata de “provocar una decisión de inversión a largo plazo, porque estas inversiones son las necesarias para una transición hacia una sociedad con bajo nivel de carbono”, precisa Frédéric Dinguirard, del círculo de reflexión The Shift Project.

La Comisión Mundial sobre Economía y Clima -presidida por el ex presidente mexicano Felipe Calderón y el economista Nicholas Stern-, en su obra “La nueva economía climática”, “recomienda que los gobiernos instauren un precio del carbono fuerte, previsible y creciente”. Veinte organizaciones patronales mundiales, incluyendo la organización europea Business Europe, mandaron recientemente una carta a la responsable climática de la ONU, Christiana Figueres, para insistir en “la importancia de un mercado del carbono en el acuerdo climático de París 2015”.

A pesar de estas manifestaciones, el tema no figura en la agenda de las negociaciones de la COP21, lo que “ilustra perfectamente el aspecto un poco abstracto de las negociaciones y del mundo en que viven los diplomáticos respecto a la realidad económica del mundo”, deplora ante la AFP Brice Lalonde, consejero especial de las Naciones Unidas.

Para este exministro francés de Medio Ambiente, un apartado dedicado al precio del carbono en el acuerdo internacional “no está excluido del todo”, aunque parece improbable: “Los países petroleros no quieren, tampoco los países carboneros, etc… Porque esto encarecería su desarrollo”.
A la inversa, son favorables los países que ya han instaurado una tasa o un mercado carbono, es decir, según el Banco Mundial, unos 40 países y 23 ciudades, que representan un 12% de las emisiones de gas con efecto invernadero y un 40% del PIB.

“Arsenal de medidas necesarias”:

“Por lo tanto, las cosas evolucionan. Pero no bastante deprisa para tener un impacto real en los modelos económicos, porque el monto del precio dado al carbono sigue siendo demasiado bajo”, deplora Pascal Canfin, del World Resources Institute, en su libro “Clima 30 cuestiones para entender la conferencia de París”.

Desde 2005, Europa aplica un sistema llamado ETS. Pero con frecuencia se lo considera ineficaz, por su precio demasiado bajo y las numerosas exenciones, que no suscitan bastantes decisiones de inversión. En efecto, si la tarifa no se debe fijar a un nivel demasiado alto para evitar efectos económicos negativos, debe ser “suficientemente disuasivo” para que se produzcan decisiones de inversiones. “Dicho de otro modo, el mercado se inclina por el carbón porque es lo menos caro y lo más abundante”, explica Brice Lalonde.

Otras medidas deben acompañar al precio del carbono, como la suspensión de las subvenciones a los combustibles fósiles, o un apoyo a los proyectos más verdes.

Frédéric Dinguirard habla de “un arsenal de medidas, todas ellas necesarias, porque a base de fijar todo tipo de obligaciones, incitaciones y medidas es como vamos a lograr concienciar, obligar a medir de forma periódica y fiable, comprobable, y por último reducir las emisiones”. AFP


 

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