Identifican áreas aptas para salvar al cocodrilo del Orinoco

El Instituto Humboldt, con la colaboración de expertos conocedores, identificó algunas áreas para la conservación del caimán llanero o cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedius), el más amenazado de Colombia y en Peligro Crítico (CR) de extinción según el Libro rojo de reptiles. 

Departamentos como Arauca, Casanare, Meta y Vichada disponen de hábitats acuáticos y terrestres, óptimos para la conservación de la especie.

Solo el 10,8 % del hábitat adecuado para el Crocodylus intermedius, dentro de la sabana del Orinoco, está protegido.


cocodrilo

Instituto Humboldt


Esta investigación, que tenía como un insumo el Modelo de Distribución de Especies (MSD), busco aquellas áreas de distribución histórica del caimán llanero con mejores condiciones ambientales para el desarrollo de la especie.

A partir de la información recogida del MSD, de variables ambientales y del análisis de amenazas y oportunidades, unida al conocimiento de los investigadores que trabajan con la especie, se definieron áreas clasificadas con niveles altos, medios y bajos, cuyas condiciones generales fueran propicias para preservar poblaciones saludables de C. intermedius a largo plazo y que pudieran servirle de refugio.

Como resultado se definió que los departamentos colombianos con hábitats más adecuados para la conservación, por kilómetro cuadrado (km2), eran Vichada (2955 km2), Casanare (2200 km2), Meta (1805 km2) y Arauca (856 km2).

Con grado de prioridad alta para la protección del caimán se destacaron en primer lugar los sistemas ribereños Lipa-Ele-Cravo Norte, Guayabero-Duda-Losada, Cinaruco-Capanaparo, el río Manacacías, Guarrojo-Tillava-Planas, y el Tuparro.


El cuadro presenta registros de abundancia y densidad de la especie Crocodylus intermedius en la Orinoquia colombiana.
Abreviaturas: número total de individuos (T), densidad individuos/km (D).
Fuente: Lugo y Ardila-Robayo (1998), Rodríguez (2000), Ardila et al. (2002, 2010), Castro et al. (2012).

El sistema Lipa-Ele-Cravo Norte es un área con rasgos ambientales apropiados para esta labor por su baja influencia de actividades humanas y el aislamiento ocasionado por la ausencia de vías de comunicación óptimas y transitables durante el año. De hecho, en esta zona existe uno de los dos restos poblacionales de la especie.

Lo anterior es también consecuencia de la presencia histórica de grupos armados ilegales quienes por décadas impidieron el desarrollo de actividades productivas que, en su momento, podían degradar el hábitat del caimán llanero.

Le siguen el sistema Guayabero-Duda-Losada, una zona óptima debido al buen estado del hábitat. Allí prevalecen dos áreas protegidas nacionales: el Parque Nacional Natural (PNN) Sierra La Macarena y el Tinigua, los cuales permiten el acceso parcial para la ejecución de actividades de investigación y conservación. En esta zona se encuentra el segundo remanente poblacional del caimán. Por su parte, el sistema Cinaruco-Capanaparo dispone de ecosistemas menos intervenidos debido a su aislamiento. Es así como estas subcuencas se han identificado como prioritarias en los ejercicios de caracterización de áreas para la conservación del caimán llanero.

Con buena calificación también está el sistema Guarrojo-Tillava-Planas, pues según estudios realizados por la Estación Biológica Tropical Roberto Franco de la Universidad Nacional de Colombia hay caimanes en la zona, aunque se desconoce el estado actual de su población.

Estudios realizados en el río Manacacías demuestran la presencia de la especie, lo cual confirma que el hábitat está en buenas condiciones en gran parte del área. Adicional a esto existen Reservas Naturales de la Sociedad Civil (RNSC).

En cuanto al río Tuparro, sus ecosistemas acuáticos y bosques inundables demuestran buenas condiciones, abundancia de fauna, disponibilidad de presas y playas aptas para la reproducción. Por tratarse de una zona de escasa presencia humana y al estar incluida en inmediaciones del PNN El Tuparro, se han realizado algunas liberaciones de ejemplares criados en cautiverio gracias a la gestión de la Fundación Palmarito.

En segundo lugar y con prioridad media se reconocen once áreas. Una de ellas es el río Meta, donde en caso de recuperar la especie y aumentarla, los individuos conseguirían dispersarse hacia afluentes como Guachiría, Pauto, Cusiana, Ariporo, Guanapalo, Cravo Sur, Casanare y otros, para colonizarlos y posibilitar el intercambio entre poblaciones hoy aisladas.

En tercer y último lugar, el río Arauca sobresale entre las áreas con prioridad baja; pues a pesar de que se indica que en este lugar se presentan condiciones ambientales favorables, tiene la calificación más alta en amenazas y bajas oportunidades para la supervivencia.

En el caso del río Vichada, existen algunos individuos aislados. Aunque se han realizado avistamientos de algunos cocodrilos del Orinoco y documentado ciertas reproducciones, estas no han prosperado por causa de saqueos a los nidos.

Las demás áreas de prioridad baja, ubicadas en el límite sur donde se distribuye geográficamente la especie, necesitan de estudios básicos urgentes que corroboren la presencia del caimán y el estado actual de sus poblaciones.

Cabe destacar, en cuanto a resultados alternos, la identificación en Colombia de 16 áreas críticas que demandan acciones de conservación, investigación, supervisión y gestión que garanticen la supervivencia del cocodrilo del Orinoco. Preocupa la ausencia de la especie en los arroyos La Hermosa y Picapico, ríos Ariporo, Cravo Sur y Tomor, tras avistamientos registrados entre 1994 y 2010.

Si bien la sabana del Orinoco es una ecorregión de alta prioridad para la conservación de la biodiversidad en el mundo por sus singulares hábitats, en la actualidad dicha zona está catalogada como “vulnerable” debido a la transformación del paisaje.

Y aunque hay planes de manejo actuales para la especie con prioridades definidas y establecidas desde hace casi tres décadas, el cocodrilo del Orinoco aún es considerado amenazado por causa de la caza dirigida, la extracción de huevos para el consumo, la captura de crías con fines ornamentales, el uso inadecuado de mallas y redes de pesca que los atrapan accidentalmente y ahogan, la degradación o destrucción del hábitat, y el aumento de la intervención antrópica.

Finalmente, el Instituto Humboldt reconoce este estudio como uno de los pocos análisis integrales de la bioecología, amenazas y oportunidades del cocodrilo del Orinoco, el primero en intentar estimar un hábitat adecuado para la especie o para cualquier cocodrilo, lo cual sugiere que este tipo de investigaciones deben continuar con el fin de recopilar mayor información que permita, a futuro, mejoras en el modelo de conservación actual.

A pesar de los avances, persisten los vacíos de información que hacen primordial establecer un programa de monitoreo a escala regional que brinde insumos sobre estructura poblacional, y realizar estudios de ecología reproductiva y de interacciones del caimán con su hábitat y con la dimensión humana. Instituto Humboldt


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