La desconfianza institucional y su impacto en la violencia de género

Por: Francisco Manrique.

Tenía toda la intención de cambiar del tema de la desconfianza institucional, cuando me enteré de un caso aberrante que involucra un intento de asesinato a una mujer,  y la posibilidad de que su atacante salga en libertad el próximo mes de junio. Afortunadamente, se está generando una respuesta creciente de indignación a nivel internacional, contra los atropellos de género, por lo que espero capitalizarla a favor de la victima de este caso.

Además de la rabia que me generó la noticia, el tema se agrava aún más por las consecuencias sobre la agredida y su familia. Por esta razón, escribo este blog en solidaridad con la victima y todas las mujeres que han sufrido situaciones similares.

El 13 de Abril del 2017, el diario El Espectador publicaba la noticia: Presunto agresor de Paola Noreña intentó visitarla en la clínica.

Eran las 4:50 de la tarde, Paola Noreña salía de la Universidad Minuto de Dios, cuando un hombre con capucha y, al parecer, tapabocas la abordó… El agresor, con un arma blanca, la cortó desde la garganta hasta la nuca, y estuvo a dos milímetros de comprometer su vena yugular. También le alcanzó a herir el rostro, desde la comisura del ojo izquierdo hasta la parte posterior de su cabeza.

Afortunadamente en su momento, el caso tuvo mucha divulgación mediática, porque venía precedido de otro similar, en el que la victima no tuvo la suerte de salir con vida. Pero estos dos casos son los que tuvieron amplia divulgación, porque hay miles de mujeres atacadas que no mojan las páginas de los medios, sino acaso como otra estadística de agresión contra la mujer. Sus casos quedan en el anonimato y la impunidad total.

En mi Post anterior, La desconfianza institucional y su impacto en la seguridad, me refería al efecto más nocivo de la desconfianza en las instituciones: el miedo. En el caso de Paola, el miedo a que su atacante salga libre en el mes de Junio, la ha obligado a salir del país. Pero el miedo también cobija a su familia, quienes entiendo también han sido amenazadas. Y ante la inoperancia de la Justicia, que va a dejar vencer los términos para llevar al presunto victimario a la cárcel, la mejor opción que les ha recomendado su abogada, es trasladarse a otra ciudad. Increíble pero indignántemente cierto

Hoy, todos  los indicios tienen al ex novio de Paola,  Miguel Rozo Trujillo,  tras las rejas en espera de su juicio. Pero gracias a las argucias jurídicas de sus abogados,  lo tienen a punto de recuperar su libertad..

Ante la posibilidad de que este sea otro caso más, donde el agresor sale libre sin haber sido juzgado, para aterrorizar a la víctima y a su familia, busqué ponerme en contacto con Paola en el exterior. A continuación, transcribo sus palabras, con el fin de que su agresor sepa que ella no está sola, y que va a contar con todo el apoyo de mucha gente para evitar la impunidad.

En lo que refiere a mi caso, más allá de las preocupaciones médicas que en su momento eran cuestión de vida o muerte, creo que aún no logro dimensionar el tamaño de esta prueba. Cuando pienso que lo peor ya ha pasado, me sorprende las diferentes maniobras que se pueden realizar en nuestro sistema judicial para dilatar los procesos, pero me aterra que TODOS las conocen, saben de antemano los ases que se tienen bajo la mano, y contra lo cuales no se puede hacer nada “porque así son nuestras leyes”.

Debo reconocer, que desde el primer instante, mis encuentros con las autoridades no han sido los más efectivos, a pesar de que estas insistan en campañas de prevención y denuncia para combatir la violencia de género, pero que lamentablemente no han surtido el efecto deseado en sus mismas estructuras.

Para empezar, cuando mi familia buscó a la Policía y se dirigió al CAI para entablar la respectiva denuncia, mientras me encontraba muy grave en urgencias, la respuesta en ese momento por parte de los funcionarios que atendieron el caso, fue que el tema no ameritaba mayor importancia, ya que se trataban de lesiones personales (como si fuera un tema de todos los días, que una mujer llegue con una herida en el cuello de aprox 15 cm, porque intentaron degollarla). Entre sus argumentos, también estaba que debía ir yo misma, y por último, que su horario de atención ya había finalizado.

Ante la insistencia y valentía de mi familia, quienes las atendieron,  les recomendaron ir al CTI. Allí acogieron, con un gran compromiso, este llamado de ayuda que necesitábamos. Días después, se presentó un Comandante de la Policía en el hospital, pidiendo disculpas “por el comportamiento de sus muchachos”.

Pasaron los días, y las autoridades me indicaron que no podía hablar por mi bienestar,  y para no advertir al agresor, pues debían reunir el suficiente material probatorio para evitar que un juez lo dejara en libertad por fallas en el proceso.

A los 6 días, el agresor  es capturado y le dictan medida de aseguramiento intramural con boleta para “La Modelo”. Después de una difícil audiencia,  él NO aceptó cargos.

Pero hubo otra sorpresa, cuando la juez le ordena a mi fiscal (encargada), que se tomara un descanso porque se veía absolutamente agotada, y no estaba respondiendo con certeza al proceso. La fiscal  se excusó, informando que lleva casi 24 horas de servicio continúo, lo que por supuesto, incidía en su capacidad  de asumir mí defensa en ese estado. Pero a pesar de la solicitud de la juez,  y de contar con otros 3 Fiscales que estaban disponibles, esta abogada no  aceptó la sugerencia.

Luego, la Unidad 40 (unidad de vida) encargada de los casos de feminicidios y tentativas en este campo, se quedó sin Fiscal. Entre abril y julio cambiaron 3 vecesporque nadie quiso “asumir esta oficina”, debido a la demanda de casos, y el poco apoyo de las demás entidades.

En esta unidad de la Fiscalía, se encontraban arrumadas en el piso más de 500 carpetas (vidas) , de casos esperando una respuesta o acción judicial. Y sin contar con otros centenares de denuncias que ya prescribieron, porque no hubo el respaldo esperado, o simplemente se vencieron los términos. En estas condiciones, los agresores quedaron en libertad, como posiblemente está a punto de suceder en mi caso personal.

Por fortuna, uno de los fiscales (hombre), que estuvo de paso, logró hacer el escrito de acusación, y allí se indicó que la audiencia quedaría para el 7 de Julio del año pasado.

Cuando parecía que ya empezaba esta batalla, me informaron que la audiencia se debía aplazar porque el acusado fue notificado en la Cárcel La Modelo, y la juez no se percató que su ingreso se dio en la Cárcel Distrital. Por ese “pequeño detalle”, no se tramitaron a tiempo los traslados del centro penitenciario a los juzgados, y se pospuso  la  audiencia para el 21 del mismo mes.

Cumplido este primer paso, se notificó la siguiente audiencia preparatoria para principios de Septiembre, pero el agresor cambió de abogado y solicitó uno público. Con esta acción logró que se aplazara  para el 1 de noviembre. En esa fecha se pospuso nuevamente la audiencia porque el agresor vuelvió a cambia de abogado para contratar a uno privado. En ese momento me indicaron que no se fijó nueva agenda, y que debíamos  esperar.

En ese instante, me di cuenta que había un patrón que iba a tener que enfrentar: el dilatar, dilatar y dilatar. Lo que yo no sabia, es que el objetivo era evitar ir a juicio en 12 meses, para así poder salir en libertad.

Me sentí atropellada e indefensa y me derrumbé -de nuevo- en mi casa con mi mamá y mi hermana. Lloré, sentí rabia, dolor, miedo e impotencia !!l. Me invadió la frustración y la indignación al ver cómo se dilatan los procesos en nuestro país, cómo le permiten a los criminales aplazar las audiencias a su conveniencia, y manejar las leyes a su antojo.  En ese momento,  me pregunté: ¿en dónde está la justicia en Colombia? ¿por qué son tan permisivos y laxos con los criminales?,

El 17 de enero de este año, se tuvo una audiencia para la búsqueda selectiva, en base de datos solicitada por el acusado y su defensa. La juez programó para el 7 de febrero a las 2 PM la preparatoria, pero ese día nuevamente aplazaron la audiencia, por problemas del abogado defensor. Y cuando esto se solucionó, la jueza manifestó que se sentía enferma y re-programó para el 21 de este mes.

Pero ahí venía otra sorpresa. La abogada nos advirtió sobre la probabilidad que la defensa apelara, en cuyo caso, quien debería pronunciarse es el Tribunal.  Esto significaría una demora de 3 meses más para comenzar . Con esta maniobra, mi agresor cumpliría el año establecido por ley de estar privado de la libertad, y por lo tanto, podría solicitar que lo saquen a la calle por vencimiento de términos.

Nuevamente me derrumbé, pero esta vez desde la distancia, porque tomé la decisión de salir del país. Por miedo y gran desconfianza del sistema judicial colombiano, me quedé sin el abrazo de mi mami ni el de Nanis. Ellas se quedaron con  el corazón partido en mil pedazos, y con el miedo de ser otras víctimas, por una posible venganza de mi agresor cuando salga de la cárcel.

Mi familia ha sacado todas sus fuerzas para decirme que me acompañan, que debo estar más fuerte que nunca, y que no me puedo dejar afligir. Hoy lloro y siento una gran  sensación de impotencia. El Estado garantista que tenemos, le da mas juego a los victimarios que a las victimas.

Ahora entiendo, en carne propia, el porqué de la situación de inmensa desconfianza que hoy tenemos en las instituciones y el enorme daño que esto hace a la sociedad. En mi caso,  voy a la iglesia (converso con Dios, y conmigo) para que me de mucha entereza y le ruego que proteja a mi familia de una nueva agresión. Hoy sigo caminando en este país que me ha acogido,  repartiendo mi currículo en cafés y restaurantes, porque la vida continúa, y porque el ser fuerte es mi única opción.

Agradezco mucho la divulgación que se haga de mi caso, porque es la única forma en que yo puedo aportar para ayudar a miles de mujeres cuyos casos han quedado en la total impunidad.

El ataque a mujeres indefensas  es una epidemia en Colombia, producto de una cultura machista repugnante, pero también, de unas graves fallas institucionales que lo permiten. Y como lo menciona Paola, la mejor forma de combatir este fenómeno de violencia, es haciéndolo público para generar conciencia, sanción y rechazo social,  así como ojalá mucha indignación.  Kafka se sentiría orgulloso de haber escrito este caso.

La recomendación de la abogada de Paola a su familia es una prueba más, de que los instrumentos legales no son suficientes , y el porque no se cree en las instituciones, ni en la capacidad del sistema judicial,  de poder protegerla a ella a y a su familia. Esta es una responsabilidad y obligación del Estado.

También, el Estado debe garantizar, que el presunto atacante, vaya a juicio y cumpla su pena. Tiene que evitarse que salga libre por la incapacidad o incompetencia de la Fiscalía, que es la institución responsable.

violencia mujer género

ninocare / Pixabay

No puede seguir siendo aceptable en nuestro país, que la inoperancia de las instituciones,  que deben estar al servicio de los ciudadanos, se traduzca  en un testimonio de desconfianza tan dramático cómo el de Paola y con consecuencias de vida o muerte. Estas dinámicas explican el creciente miedo que siente la gente que se ve indefensa.

Y tampoco es aceptable, que la solución al problema, sea que las victimas y sus familias tengan que salir corriendo porque el sistema no está funcionando. Al Estado se le está advirtiendo, que hay una amenaza real de un nuevo ataque si el acusado sale libre.  ¿Qué está haciendo la Fiscalía  para evitarlo?, ¿Cómo pueden sancionar a los abogados marrulleros que dilata y se burlan de la Justicia?.

En la actitud del Estado, y su reacción en este caso, tan aberrante en el tema de la Justicia, se refleja la conciencia colectiva de nuestra sociedad, así como con las reacciones de indignación y de rechazo que se deben de producir hacia adelante. Es la forma de enviarle un mensaje contundente a los criminales que atacan a mujeres indefensas. Si hay indiferencia, mañana podrán ser los casos  que afecten a nuestras hijas o nuestra esposas.

Por todo lo anterior, he resuelto escribir este Post y ayudar a su divulgación viral, para que Paola y su familia, quienes sufrieron las consecuencias de las acciones del agresor,  sienta que no están solas. Y también, que el miedo no es su única opción.

PD: agregó un poema que me envió Paola de Dulce Chacón; activista española, en contra de la violencia de género y crítica de la dictadura franquista,  quien confesó que inicialmente escribía para escapar de la realidad y que luego lo continúo haciendo como un compromiso social y político .

Siempre hay tiempo para un sueño.

Siempre es tiempo de dejarse llevar por una

pasión que nos arrastre hacia el deseo.

Siempre es posible encontrar la fuerza

necesaria para alzar el vuelo y dirigirse hacia lo alto.

Y es allí, y solo allí, en la altura, donde

podemos desplegar nuestras alas en toda su extensión.

Solo allí, en lo más alto de nosotros mismos,

en lo más profundo de nuestras inquietudes,

podremos separar los brazos, y volar.


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