¿La Democracia en crisis?

Por: Francisco Manrique.

En estas semanas he estado siguiendo muy de cerca la dinámica de la campaña por la presidencia de los Estados Unidos, así como los efectos de la salida de la Gran Bretaña de la Comunidad Europea. Al mismo tiempo, es muy interesante observar el autoritarismo creciente de XI Jinping, como presidente de la China, y fenómenos similares que hoy se observan en países como Polonia y Checoslovaquia.  ¿Qué está pasando?

Hay una percepción de que en el mundo el sistema democrático está en crisis, ya que no está respondiendo para enfrentar los crecientes cambios de la sociedad contemporánea. En un mundo cada vez más ínter conectado y dinámico, la gente está buscando que haya dirigentes que los protejan, y les den respuestas fáciles a las múltiples situaciones complejas que tienen que enfrentar. Ver blog semana pasada.

En diferentes partes del mundo, especialmente en los paises más desarrollados, hay una gran insatisfacción por parte de mucha gente, que se sienten excluidos  y poco beneficiados, por los cambios que los afectan. Se ven como unas victimas de un proceso que no entienden. Miran con nostalgia el pasado, y buscan la fórmula mágica que les permita regresar a el.

Las encuestas en los Estados Unidos y en la Gran Bretaña, muestran un rechazo, entre algunos grupos de la población, a los emigrantes, la globalización, y los acelerados cambios que hoy  se ven en el mundo. Este es un fenómeno, especialmente marcado en las personas mayores y poco educadas, ubicadas en las zonas donde las industrias tradicionales, exitosas en otros tiempos, han sido  muy golpeadas por los cambios.

Los políticos, que se mueven en los extremos de la derecha y de la izquierda, han aprovechado la situación para atizar los miedos de la gente, y para reforzar el imaginario de quienes se sienten perdedores de la globalización. Su discurso busca demostrar que “el sistema está corrupto” y es incapaz de responder a las necesidades y expectativas de la gente.

No es en balde, que los políticos, y las entidades representativas del sistema democrático en general, ocupen los últimos lugares en credibilidad. No es de extrañar que exista la percepción de que la democracia esté en crisis, y en este entorno,  se vuelvan muy atractivos “los cantos de sirena demagógicos y populistas”  de los Trump de este mundo. Algunos buscan soluciones autoritarias, a lo chino, porque prefieren menos libertad a cambio de más seguridad y orden.

Todas estas personas, que denigran del sistema democrático, y buscan a alguien que las exima de hacer el trabajo de adaptarse a las nuevas realidades, se olvidan de las palabras de Whiston Churchill: “la democracia es la peor forma de gobierno excepto por todas las demás que se han tratado de implementar”.

Esta amnesia explica  el surgimiento de personas como  Trump y de Sanders, en los Estados Unidos, de Farage y Jhonson en Inglaterra y Le Pen en Francia, así como otros dirigentes políticos que van contra “el establecimiento”, en países como Holanda, Dinamarca, y Suecia. También, el fenómeno del caudillismo, que es nuestra expresión  histórica en  Latinoamérica, de la búsqueda de un mesias que nos evite los dolores del cambio.

El lema de Trump en los Estados Unidos de: “hacer a América grande de nuevo”, o el de los promotores del Brexit en la Gran Bretaña: “recuperar el control de nuestro destino”,  o de Uribe contra los acuerdos de paz: “paz sin impunidad”, muestran un patrón común. Estos dirigentes políticos  han optado por atizar los temores de la gente, vendiendo la idea de que ellos sí tienen la fórmula mágica para devolverlos al pasado sin dolor.

En Colombia, el caso de Uribe es más patético, ya que tubo ocho años para lograr lo que hoy pregona  y no lo consiguió, pero de todas formas, se le reconoce haber abonado el terreno para lograr lo que siguió. Un acuerdo en la Habana sería un resultado que muchas personas esperamos, para acabar con un factor destabilizador y muy costoso de nuestra realidad colombiana pasada.

A nivel internacional, ya se comienza a entender el nefasto papel que ha jugado la prensa, las redes sociales y la TV, en darle todo el eco a los profetas del miedo. Es más taquillero vender el desastre que la esperanza de un futuro mejor. El problema se ha incrementado porque hay un inmenso vacío de liderazgo en los dirigente políticos contemporáneos. Este es un tema que he tratado en varios blogs anteriores. Faltan personas que orienten a la gente  y los confronten con el trabajo que deben hacer para aprovechar las oportunidades que hoy ofrece el mundo actual.

Tomemos como ejemplo el caso de Trump, para quien no hay publicidad buena o mala, simplemente hay publicidad. A partir de romper el récord mundial de gafes cometidos en una campaña política, ha logrado capturar la atención de los medios de comunicación americanos con sus barbaridades como candidato republicano.

El narcisista que sobresale en Trump, ha montado un show donde él es el centro de atención y está encantado con su papel. Es indiferente a las críticas, se va contra los dirigentes de su partido, ataca a la familia de un héroe muerto en Irak, y un largo etc., etc., etc. Todo le resbala y nada le inmuta. Volvió la campaña un “reality” como el show que tuvo en la TV.

Lo paradójico de la desesperanza, que ha utilizado Trump en los Estados Unidos, y Farange en Gran Bretaña,  es que se ha vuelto muy taquillera. El problema es que ésta enceguese a la gente y genera mucho miedo. Y este inmoviliza o produce reacciones violentas en sus seguidores a quienes los motiva con el odio hacia Hillary Clinton, o hacia los inmigrantes europeos.

Quienes así responden, son personas que no son capaces de ver los grandes avances logrados en las ultimas cuatro décadas. En este periodo, se han producido cambios extraordinarios, que han permitido la mejora en la economía, la salud, la movilidad, las expectativas de vida, el acceso a la educación, de cientos de millones de personas en el mundo entero.

En el caso colombiano, Pedro Medina, ha hecho un extraordinario trabajo de mostrar lo bueno de nuestro país. Tiene una versión reciente de este esfuerzo, titulada: “Porqué crear en Colombia”, donde muestra con datos y cifras de entidades internacionales, que han monitoreado de cerca a nuestro país desde hace muchas décadas, los extraordinarios avances que se han logrado. Claro que uno desearía   estar mucho mejor, pero no podemos cerrar los ojos para ver de dónde venimos, ni dejarnos llevar por los profetas del desastre.

Como lo demuestra la historia de la humanidad, los cambios siempre han tenido ganadores y perdedores. El problema es que las expectativas también  aumentan, y la gente se olvida muy rápidamente del pasado. Y como no hay nadie mostrando lo positivo, ni líderes que inviten a prepararse para enfrentar con optimismo el futuro, aprovechando los ejemplos de millones de personas que si lo han logrado, el pesimismo domina los titulares de prensa.

Ahora bien, lo que hace alucinante el fenómeno de un Trump,  y de personajes como él, es la ceguera e indiferencia de sus seguidores a los comportamientos descarados de estos personajes. Bajo el espejismo de ” to make America great again”, y el pretexto de que Trump “habla desde el corazón” , como decía un mujer entrevistada durante la Convención Republicana, ella y millones de “blue collar” americanos blancos, están dispuestos a llevarlo a la Presidencia de su país.

Mientras tanto en la GB, el espejismo fue otro: el “tomar el control”. Con este slogan de campaña,  Jhonson lanzó a la GB por un camino cuyos inmensos costos se verán más adelante. Ver Post anterior sobre este tema: El rol del líder y el arte de la paz – Parte IEl rol del líder y el arte de la paz – Parte II.

El problema es que los seguidores  de este tipo de personas,  aplauden  los abusos, las mentiras descaradas, el sexismo, el racismo y los comportamientos narcisistas de sus dirigentes. Así fue que llegó Hitler al poder en Alemania. Lo demás es historia!!!.

El lema de la campaña de Trump, que presupone una visión apocalíptica de la realidad de su país, es además bien irónico. La verdad es que los Estados Unidos tienen en la actualidad indicadores muy sólidos que muestran una recuperación muchísimo mejor, después de la crisis del 2008,   que sus pares en  Europa y en el Japón. A Obama, la historia le reconocerá mejor sus logros, y a la sociedad norteamericana su capacidad de rápida recuperación.

Y también lo hago, a pesar del desastre de la confrontación que han tenido los dos partidos políticos americanos durante los ocho años de Obama. Es bochornosa la disfuncionalidad que muestra el sistema político de ese país en la actualidad, para lograr acuerdos sobre temas vitales para su sociedad. Sin embargo, a nadie se le ocurre en descalificar el sistema democrático de este gran país, donde la Constitución de verdad se respeta,  y donde la libertad no es un saludo a la bandera.

Y en el caso de la Gran Bretaña, a pesar del terremoto que significó el resultado del referéndum de hace un mes, y las consecuencias negativas que esto va a tener hacia adelante, el sistema político no se desintegró. Si hubo costos altos como la división del Partido Laborista. También se evidenció una brecha generacional muy importante.


Comunidad Europea democracia

AFP PHOTO / Niklas HALLE’N


Pero el Partido Conservador rápidamente reaccionó al retiro de Cameron y nombró a la señora May como su sucesora, El Parlamento siguió funcionando, y quizás nos sorprendan, con lograr un divorcio ordenado con la CE. En este caso tampoco se puede decir que el sistema democrático no funcionó.

Para terminar este Post, si me parece importante anotar lo siguiente. Todos los eventos que estamos observando en el mundo de la política a nivel mundial, han tenido un efecto muy positivo: reafirmar que la Democracia, a pesar de sus limitaciones, es el menos malo de los sistemas como lo afirmaba Churchill, especialmente cuando se compara con las Venezuelas de este mundo.

Estoy convencido que el problema no está en el sistema democrático sino en quienes tienen la responsabilidad de darle vida. Esto incluye a los mal llamados “líderes políticos” , pero también, a los votantes que no hacen un uso inteligente de su derecho al voto. La irresponsabilidad de estos últimos, es la que tiene postrado a nuestro vecino de al lado.

Pero el otro efecto de estos procesos que comprometen la Democracia, es que se evidencia el inmenso vacío de lideazgo que se ve en la actualidad en el mundo. Es evidente la vulnerabilidad del sistema democrático a las condiciones personales de quienes asumen el rol de dirigentes políticos. En momentos como los actuales, falencias en su temperamento, buen juicio y marco de valores, además de la experiencia demostrada, se convierten en factores críticos para cuando la gente deposita su voto.

En los Estados Unidos, parece que finalmente los norteamericanos, comenzando por los mismos Republicanos, se están despertando ante el peligro que Trump representa para su partido y su país. Han comenzado a entender, que darle el poder a un narcisistas que miente descaradamente, y para quién la ética no tiene importancia, puede generar problemas impredecibles e irreparables para el sistema democrático americano.

La elección de Trump sería un desastroso ejemplo en otras latitudes, por parte de un país que durante más de dos siglos, ha sido un faro para la Democracia en el mundo.  Esperemos que los votantes reaccionen masivamente en noviembre, porque lo que está en juego, no tiene antecedentes en la política gringa. Y por el peso específico de los Estados Unidos en el mundo, su elección tendría muy serias repercusiones internacionales.

En Europa, la irresponsabilidad de Cameron, Jhonson y similares, han despertado las alarmas en los demás países de la CE. Está calando la idea de que la irresponsabilidad política puede tener costos muy altos.

Definitivamente, no hay cosa más peligrosa que personajes como Chaves, Putin, Correa y ahora un Trump. Son lobos disfrazados de ovejas, que quieren utilizar la democracia, para acabarla en su esencia, aunque sigan utilizando su nombre para impulsar sus propios intereses.


 

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