¿Donde está el mañana?

Por: Francisco Manrique.

Compartí con un buen amigo y consejero un artículo escrito en el futuro en el Economist, sobre lo que podía suceder en nuestra región, si hiciéramos bien la tarea de tener una política de desarrollo basada en la apropiación colectiva de la ciencia, la tecnología y la innovación.

Sobre este tema he escrito extensivamente en varios blogs anteriores, porque estoy convencido que solo tendremos un futuro sostenible, si desarrollamos una sociedad que valora la creatividad y el talento de su gente. Este es el paradigma en el que están comprometidas las sociedades más avanzadas, y que tienen una visión de largo plazo, que trasciende a los políticos de turno.

Cuando recibí la retroalimentación de mi amigo sobre el artículo, se abrió una conversación muy interesante. El me dijo algo que me llamó la atención : “Francisco, lo que has escrito trasciende el artículo que he leído para Bogotá y su region. Es una invitación a pensar en que tipo de futuro queremos construir como sociedad los colombianos, y si nos podemos dar el lujo de seguir secuestrados por los discursos de odio y division, en el que nos hemos dejado meter en estos años”.

Y los dos nos preguntamos si los colombianos solo tenemos oídos para los mensajes de odio, o si estamos abiertos a la gran pregunta que debería definir las elecciones del 2018: ¿donde está el mañana?


innovación ciudad

CC0 Creative Commons. Pixabay


A partir de estos comentarios, surgió la idea de generar un moviendo ciudadano, para confrontarnos a nosotros mismos y a nuestros dirigentes políticos, que aspiran a gobernar a nuestro país en los próximos años, y a los que gobiernan a nivel regional y local en la actualidad. Hay que ponernos todos el termómetro de las preguntas duras, que deberíamos de hacernos en Colombia, para corregir el rumbo que llevamos, y así aprovechar la oportunidad histórica que tenemos para mejorar nuestro futuro.

  • ¿Se va  a continuar utilizando el discurso obsoleto y tremendamente dañino, basado en el odio, las mentiras y la historia con las FARC, como propuesta para construir el futuro para todos los colombianos?
  • Será posible abandonar los insultos, y las descalificaciones, en la campaña que se avecina en el 2018, para no seguir envileciendo, y desacreditando aún más, el ejercicio de la política?
  • ¿Puede tener la sociedad colombiana un futuro promisorio, sin valorar los logros de su pasado, pero que son las únicas bases sólidas que tenemos para seguir hacia adelante ?
  • ¿Es realista pensar que es sostenible y gobernable una sociedad dividida y sin un norte incluyente y compartido?
  • ¿Es permisible que el egos y el capricho del dirigente o caudillo de turno, sigan sometiendo a la sociedad a bandazos y promesas incumplidas, defina la agenda colectiva de una nación, y sea el modelo de comportamiento, que no nos permita tener una visión común construida colectivamente de largo plazo?
  • ¿Es realista seguir propiciando políticas de corto plazo, que no trascienden el gobernante de turno, para enfrentar las tendencias globales, sin unas políticas apropiadas colectivamente en el largo plazo ?
  • ¿No llegó la hora de construir un nuevo imaginario, basado en una propuesta que nos proyecte como una sociedad relevante hacia el futuro en el contexto internacional, basada en la creatividad y talento de nuestra gente?
  • ¿Es sostenible la economía, de una sociedad como la colombiana, que no valora y propicia la vinculación activa del talento, el uso Inteligente de la ciencia y la tecnología, y el apoyo al uso sostenido de la innovación, para generar valor y solucionar los problemas estructurales de la sociedad y su aparato productivo?
  • ¿Cómo se piensa orientar el proceso educativo, para modelar una nueva mentalidad en las generaciones futuras, que les permitan aprovechar mejor las oportunidades que debemos de capitalizar hacia adelante?
  • ¿Será posible que un juego de preguntas como las anteriores, finalmente le permitan a la sociedad colombiana generar un diálogo civilizado, que nos permita dejar atrás la historia de violencia de muchas décadas, y ayudarnos a construir mejores conversaciones de futuro?
Sabemos que las mentiras y las descalificaciones, se han convertido en las armas preferidas de algunos políticos inescrupulosos, quienes abusando de su posición, las usan efectivamente  para dividir a la sociedad colombiana. En esta oportunidad, no podemos quedarnos impávidos viendo cómo se repite el espectáculo deprimente de las últimas elecciones.

Es fundamental movilizar la conciencia de mucha gente para que nos opongamos a esta dinámica degradante y negativa. De no hacerlo, en esta oportunidad que tenemos en un año político muy complejo, nos exponemos a que nos deje el tren de la historia, en el que se han subido otras sociedades mucho más avanzadas que la nuestra.

Necesitamos despertar urgentemente la innovación colectiva, para salir exitosamente del atolladero en que hoy nos encontramos, pero que paradójicamente, es un momento histórico que nos abre grandes oportunidades.

Para lograr tener éxito en esta iniciativa, es necesario utilizar positivamente el poder de las redes sociales para hacer viral este mensaje, antes de que coja vuelo la dinámica perversa que se avecina, de cara a las elecciones del 2018. Es fundamental hacerles sentir a los dirigentes políticos actuales, que ya no es admisible que nos sigan manipulando utilizando el odio y las mentiras. No es aceptable que nos impidan tener la oportunidad de enderezar el rumbo, hacia un futuro incluyente y exitoso, para todos los colombianos.

Si usted está de acuerdo con lo expuesto en este blog, lo invitamos a circularlo a diez personas conocidas.

Nota: El columnista Armando Montenegro en su columna del 23 de Julio de este año concluía lo siguiente:

La conclusión es que, después del fin de la negociación con la guerrilla, el país no tiene otro camino que retomar los desafíos que impone el lento crecimiento: impulsar decididamente la formación de capital humano, la infraestructura, la innovación tecnológica y la productividad, es decir, las tareas fundamentales en que el país debe insistir para lograr la expansión de su sector productivo y la mejoría de los estándares de vida de la población. En este camino, como hubiera dicho Mockus, no hay atajos.


 

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