Aumentar su Capacidad Adaptativa: reto para Colombia

Por: Francisco Manrique.

“No son las especies más fuertes las que sobreviven, aún los más inteligentes, si no las que más son proclives al cambio”. Charles Darwin

Para poder interpretar mejor los cambios que se están dando en la sociedad colombiana en la actualidad, y la incertidumbre que los acompaña en todos los niveles, se necesita incorporar marcos de referencia más sofisticados para explicar y manejar un momento histórico tan complejo. Cambios en el mundo y en Colombia, el papel del liderazgo, el concepto del aprendizaje en las sociedades, son todos temas de mayor trascendencia por su impacto en la vida de las personas.

Hace más de ciento cincuenta años, el biólogo Charles Darwin, propuso su teoría de la evolución, con la cual cambio el paradigma para estudiar la vida sobre la tierra, al proponer la tesis de la variación de la selección natural, resumida así: “no son las especies más fuertes las que sobreviven, aún los más inteligentes, si no las que más son proclives al cambio”. Como se podrá  observar más adelante, su planteamiento, no sólo aplica al mundo de la biología, sino que tiene cada vez más pertinencia a nivel social.

Y como lo menciona el profesor Juan Carlos Eichholz, autor del libro Capacidad Adaptativa, publicado recientemente, “los crecientes niveles de cambio externo exigen crecientes niveles de adaptación interna”. Y como también lo menciona el autor: “En biología la adaptación es un proceso
natural que experimentan los organismos inconcientemente”. Pero a nivel de las personas, “el cambio es un trabajo muy difícil psicológicamente y socialmente, y que puede resultar peligroso para aquellos que la promueven, debido a la resistencia que genera”.

Para abordar la residencia es necesario aumentar la capacidad de adaptarse a los acelerados cambios que vemos todos los días. Este reto está en el corazón del problema que impide a las personas, las organizaciones, las comunidades y los paises, avanzar. Y si se miran bajo este lente, los fenómenos que nos desconciertan diariamente, reflejados en las noticias con las que nos bombardean los medios de comunicación,  es más fácil entender el porqué y qué podemos hacer al respecto.

Aumentar la capacidad de adaptación de una sociedad, debería ser la prioridad número uno de quienes están con la responsabilidad de dirigir los destinos de lo grupos humanos, que hoy están sometidos a retos muy complejos, y que no saben cómo responder a los cambios que los asaltan todos los días.

El ser humano tiende a buscar el equilibrio y a resistirse contra cualquier cosa que lo impida. Ahora bien, cada persona tiene una manera particular de enfrentar el problema y de interpretarlo, como una amenaza o una oportunidad. Pero también, la forma en que lo haga, está condicionada por sus creencias, valores y supuestos, que a su vez están incluidos por los de la comunidad en donde habita. Es como una telaraña invisible, que nos envuelve como personas, y que condiciona nuestra capacidad de adaptación.

El punto anterior es clave, porque si bien esta capacidad adaptativa tiene un componente individual muy importante, a nivel colectivo la cultura imperante también juega un gran papel. Cuando no hay apertura al cuestionamiento de sus creencias y supuestos fundamentales, se convierte en una gran barrera para el cambio. Si hay una disposición a revisarlos periódicamente, se abre la posibilidad de aprender, aprovechar y adaptarse a las nuevas circunstancias.

Uno de los grandes retos del liderazgo en el mundo contemporáneo, tanto a nivel político, social y empresarial, está en cómo lograr aumentar la capacidad de adaptación de las personas  en la sociedad haciendo que desarrollen todo su potencial. Hoy, el entorno nos impide aislarnos de lo que nos pasa a nuestro alrededor. La interconexión es cada vez más grande, y los efectos de los cambios tecnológicos, amplifican el impacto de los hechos, que pasan todos los días con una alucinante rapidez.

Una persona que tenga la responsabilidad de liderar organizaciones de cualquier tipo y tamaño, tiene que tener claros algunas distinciones y hacerse varias preguntas, para no ser desbordada por la realidad. Veamos.

Hay condiciones para los cuales se pueden esperar respuestas claras, basadas en el conocimiento y la experiencia, que permiten responder con eficiencia a problemas de rutina. Estas situaciones están en el ámbito de la gerencia, donde hay muy poco aprendizaje, se pueden esperar instrucciones y respuestas claras de la figura de autoridad, y poca resistencia de los involucrados. Ronald Heifetz, profesor de Harvard, y a quien he citado muchas veces en blogs anteriores, ha definido estas situaciones como retos técnicos.

Pero hay problemas mucho más complejos, para los cuales la figura de autoridad no puede actuar como gerente. En estas situaciones, que son del ámbito del liderazgo, hay que frustrar las expectativas que tiene la gente de obtener respuestas fáciles a problemas difíciles. Esto genera mucha resistencia y conflicto, porque significa pérdidas de lo conocido y el miedo a lo que ha de venir. Es a las personas a los que les corresponde enfrentar el problema de desaprender,  lo que no les sirve ya, y aprender cosas nuevas que les permita adaptarse a la nueva realidad.  En palabras de Heifetz, estos son los retos adaptativos.

Un error muy común que cometen las personas, a cargo de situaciones complejas, al no tener claras estas distinciones, es que no saben identificar la naturaleza del problema que enfrentan. Al tratarlo como un reto técnico, cuando no lo es, puede ser muy costoso y comprometer la supervivencia de la organización o comunidad. Lamentablemente, muchas veces esto pasa, porque es una manera de evitar las decisiones, el trabajo, el tiempo y las conversaciones difíciles, que se requieren para aumentar la capacidad de adaptación de una comunidad.

La consecuencia de este tipo de dinámicas, es que se busca responsabilizar a otros, de explicar los pobres resultados como consecuencia de eventos externos, y buscar el culpable para distraer la atención. Un extraordinario ejemplo es Maduro en Venezuela cuya incapacidad ha llevado a este país a la postración.

Las preguntas que se debe hacer cualquier persona ante situaciones de este tipo son muy importantes: ¿Cuánta es la Capacidad Adaptativa que tienen las personas afectadas? ¿Es suficiente para enfrentar las nuevas situaciones? ¿Cómo aumentar esta capacidad y con qué variables? ¿Porqué una persona o comunidad, termina finalmente asumiendo el cambio? ¿Qué rol juega la autoridad en el liderazgo?

Quiero aprovechar estas dos últimas preguntas, para hacer unas reflexiones que ya he hecho en otros blogs, pero cuya pertinencia es cada vez mayor. Para analizar la caída de la popularidad de Santos y el aumento del rechazo al Proceso de Paz, o las bajas encuestas de imagen del Alcalde Peñalosa, cuando apenas lleva 100 días en el cargo, vale la pena recurrir a lo explicado hasta ahora en este Post.

No es un problema de comunicación, como comúnmente se menciona, el que sirve para explicar el gran rechazo a estos políticos, que por sus cargos, son las figuras de autoridad más importantes en la sociedad, responsables de orientar los destinos de nuestro país y de su capital. Tiene que ver mucho más con su entendimiento equivocado del ejercicio del liderazgo, que se necesita ante los retos que enfrentan.

Cambiar la trayectoria de violencia de más de seis décadas en Colombia, no es un problema técnico. Así como no lo es, el enderezar el rumbo que perdió Bogotá, después de doce años de unos manejos desconectados con la realidad del mundo, a pesar de algunos avances importantes en el campo social. En ambos casos, el reto adaptativo es monumental, pero tanto Santos como Peñalosa, no han entendido el reto que significa liderar estos cambios. Ellos mismos no se han adaptado a las nuevas realidades, y como consecuencia, están pagando un costo muy grande en imagen, confianza y credibilidad. Este es el problema que afecta a la diligencia política colombiana.

Y comencemos por entender el tema del ejercicio de la autoridad para quienes desde esta posición, deben de liderar el cambio. La autoridad es fundamental en cualquier comunidad, e implica un acuerdo social entre quien la recibe, y quienes la otorgan. Esto genera unas expectativas y unas exigencias sobre la figura de autoridad. Cuando se presentan retos técnicos, se puede esperar que estos tengan las respuestas adecuadas. Pero cuando se enfrentan grandes cambios, como los que tiene la sociedad colombiana, no es razonable esperar lo mismo, porque la solución está en los hombros de todos sus ciudadanos. Ídem en el caso de varios de los retos que enfrenta Bogotá.

Pero como esta distinción no la han manejado Santos ni Peñalosa, el resultado es una gran frustración, y una oportunidad de oro para sus enemigos políticos, quienes los culpan de no tener la solución esperada. Y de paso, los vuelven el foco del problema, desviando la atención de la población de  la responsabilidad que les corresponde asumir. Es más fácil atribuirle a otros el problema, que hacer el trabajo adaptativo que tienen que hacer.

Más que fallas de comunicación, hay un problema pedagógico de inmensa magnitud, donde un verdadero líder reta a la comunidad para que aprenda de la historia, tenga claro el contexto internacional en el que nos movemos, asuma la responsabilidad, y así se aumenta su capacidad de adaptación a los nuevos desafíos y oportunidades. Esto significa construir una visión suficientemente inspiradora y retante, cuestionar la coherencia de los valores imperantes en la sociedad, así como generar la tensión que haga que la gente decida, que el status quo es, mucho más costoso que el cambio.

Crear confianza es fundamental en el ejercicio de liderazgo, porque es un recurso que tiene un líder para generar el ambiente de contención, que es indispensable para permitirle a las personas manejar la ansiedad y el miedo, para hacer el trabajo de adaptación requerido. Y este es un recurso para poder enfrentar las expectativas de la gente, que es uno de los grandes problemas que Santos no ha manejado, y que Peñalosa debe tener presente, si no quiere ser crucificado.

El profesor Eichholz nos recuerda que desde el siglo XVIII y con la llegada de la era del conocimiento, han habido grandes cambios en el concepto de autoridad. “En la actualidad, las autoridades intentan responder no sólo, al enorme número de personas que esperan soluciones para sus problemas, sino  también a su creciente complejidad, debido al ritmo del cambio, el grado de conectividad y el nivel de empoderamiento en un mundo donde el poder está más distribuido que nunca”.

Dados estos cambios ya no es suficiente, y de hecho es contraproducente, el hacerse cargo, tomar decisiones y dar instrucciones, pensando que unos pocos son los que piensan y los demás obedecen y actúan. Las nuevas generaciones ya no se conforman y esto explica porque muchos no quieren seguir los pasos de sus padres y trabajar en grandes organizaciones. Hay una rebeldía y cuestionamiento de la efectividad del concepto de la autoridad tradicional. Esta tendencia se ve inclusive en organizaciones tan jerarquizadas como el ejército. Con un hito adicional: el estilo autoritario de comando y control, genera dependencia, inhibe el aprendizaje, y el hacerse cargo de la responsabilidad.

De nuevo es el profesor Eichholz  quien ilumina un tema fundamental: “Uno de los elementos cruciales, en la redefinición del contrato social actual en la era del conocimiento, se basa en la idea de la responsabilidad compartida entre las autoridades y las personas. No todas las organizaciones han alcanzado este punto y existen enormes diferencias entre los países, las generaciones y las culturas. Nos encontramos en plena transición y todavía seguimos experimentando con el desequilibrio que se deriva de este periodo de cambio”.

La observación anterior sirve para explicar la aproximación tan diferente a la autoridad en distintas culturas como la anglosajona y la latina. En esta última, se tiende a culpar mucho más a las autoridades y  son más liderodependientes. Esto las hace muy vulnerables al caudillismo, lo que explica que hayan surgido este tipo de personas a lo largo de la historia desde la independencia, y más recientemente,  personas como Chávez, Uribe y Correa

Asumir el sentido de responsabilidad compartida es un inmenso cambio en nuestra cultura, pero es esencial para lograr aumentar la capacidad de adaptación de la sociedad, que depende de desarrollar el aprendizaje colectivo. El cambio que se necesita desarrollar, y los aprendizajes que de él se derivan, son retos que no pueden estar en la espalda de unos pocos, así esa sea la expectativa de la gente. Sin embargo, es una expectativa que rápidamente hay que frustrar. Para hacerlo, es fundamental la pedagogia en el ejercicio del liderazgo, y estar dispuestos a sumir los inmensos riesgos que esto significa, porque la gente va a culpar a la figura de autoridad.

Ahora bien, para que la gente este dispuesta a cambiar, es necesario pintar una imagen suficientemente inspiradora y retante del futuro, que los obligue a cuestionar profundamente el estado actual de las cosas y genere la insatisfacción que permita el cambio. Tener una visión compartida es esencial en el ejercicio del liderazgo, porque aumenta el nivel de sensibilidad de la gente hacia lo que es posible, y al rechazo a seguir como van. Esto no significa pintar pajaritos de oro, sino abrirles los ojos a las oportunidades que tienen adelante que justifican enfrentar el costo y el temor de lo desconocido.

El reto del líder es el de evitar la evasión, manteniendo la presión y el desequilibrio,  pero a un nivel que no haga estallar la olla exprés. Por esto es tan importante contar con un ambiente de contención que facilite el aprendizaje y la transición de la gente hacia un nuevo nivel de equilibrio. Así se aumenta la capacidad de adaptación y las posibilidades de sacar partido a los cambios, sin generar dependencia de una sola persona. Como lo expresa un proverbio africano: si quieres ir más rápido ando solo. Si quieres ir más lejos anda con otros.

Y finalmente, el arte del liderazgo, además de todo lo ya explicado, comienza por lograr que las personas vean como un problema su situación actual, que es el causante del desequilibrio que ellos sienten y que los mueve a enfrentarlo y a experimentar nuevas opciones.

Hay un problema cuando existe una brecha entre las aspiraciones, y la realidad percibida. En la medida que la brecha sea más grande, mayor será el desequilibrio y la tensión que sentimos, que es la que nos mueve a actuar y que produce el cambio adaptativo necesario. Durante este proceso de desequilibrio, es fundamental que está tensión se sostenga, porque la tentación  de volver atrás es muy grande,. Hay que darle tiempo a que la percepción de los beneficios aumente vrs los costos de las pérdidas que se producen.

Para subir la Capacidad Adaptativa en la sociedad colombiana , es necesario que quienes están en posiciones de autoridad,M especialmente en la arena política, entiendan de que se trata el reto del liderazgo. También, es fundamentar el nivel de sensibilidad hacia los cambios acelerados que hoy estamos experimentando, y cuya tendencia es la de aumentar aceleradamente hacia el futuro.

Pero generar confianza y credibilidad, frustrar las expectativas de respuestas simples a problemas complejos, haciendo las  preguntas duras, es la manera de aumentar el ambiente de contención que le permite a la gente enfrentar el futuro de manera más proactiva.  Este Post complementa los de las dos semanas anteriores


Para el lector que le interesa el tema lo invito a leer los siguientes Posts:

Sociedades que aprenden – II Parte

Sociedades que aprenden – I Parte

El rol del liderazgo en las ciudades del futuro

La importancia de la visión de futuro en el liderazgo

El malabarismo que enfrenta Peñalosa en Bogotá

Qué vergüenza me metí en política…!!!

Se está cerrando la trampa


 

 

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