El desmoronamiento del poder en el Siglo XXI

Por: Francisco Manrique. 


En un blog anterior, escribí sobre los cambios en las tendencias que se están dando en el mundo digital, revolucionando la manera como actuamos, nos relacionamos e interpretamos  nuestra realidad. Ahora bien, la tecnología es apenas una de las facetas de las inmensas transformaciones que están afectando nuestras vidas. Hay otros fenómenos que están sucediendo, que nos afectan todos los días, pero sobre los cuales tenemos una muy pobre comprensión, por lo que es muy importante entenderlos para poderlos asimilar mejor.

Hace varios años tuve la oportunidad de leer una de las obras de Alvin Toffler: El cambio de Poder publicado en 1990, como parte de su famosa trilogía La Tercera Ola y el Shock del Futuro. En ese entonces, el famoso futurólogo veía señales claras que mostraban como estaban cambiando las relaciones entre la violencia, la riqueza y el conocimiento, transformando la misma naturaleza del poder.

En su libro, Toffler propuso una tesis sobre la calidad del poder, que cada uno de estos elementos tiene para castigar o premiar a la gente. Según su planteamiento, la violencia es un poder de bajo nivel, ya que su uso genera mas violencia; la riqueza tiene una calidad de medio nivel porque su uso es finito; el conocimiento es de alto nivel porque no se agota y se convierte en el último sustituto de las fuentes de poder. Veinticinco años después, vemos que Toffler no se equivocó en su predicción sobre el conocimiento. Hoy, este es el mayor poder para el desarrollo en el siglo XXI.

Con esta introducción previa, abordé con mucha curiosidad la lectura de otro libro titulado “El Fin del Poder”, del venezolano Moisés Naim, publicado en el 2013.  De acuerdo a la lúcida argumentación del ex director de la influyente revista Foreign Affairs, su tesis es aún mas agresiva que la de Toffler: en el siglo XXI, el poder no se está transformando, simplemente se está desmoronando y estamos experimentando el inmenso impacto que esto tiene en la sociedad. !!!

En este blog, voy a hacer referencia a algunas de las principales reflexiones y conclusiones del libro de Naim. Lo curioso, es que no le sacamos tiempo para entender el efecto y los límites  del poder, a pesar del impacto emocional y algunas veces físico, que tiene en nuestra vida diaria.

¿Pero qué es el poder?. Según el autor, es la “capacidad de direccionar, o prevenir acciones presentes o futuras,  de otros individuos o comunidades”. O dicho de otra manera, su ejercicio obliga a un cambio de comportamiento, y por lo tanto, afecta las acciones que un individuo, o grupo de ellos, pueden y quieren ejecutar. Pero también, se usa para influenciar cambiando las percepciones de la gente.

Hay cuatro formas de ejercer el poder. La fuerza “o el músculo” es la primera de ellas como instrumento de coerción. Un ejemplo de ello, es el uso legítimo de la violencia por parte de las FA. Una segunda alternativa es el uso de los códigos que utiliza una sociedad, para definir los comportamientos aceptables y esperados, a partir de las creencias y los valores, recurriendo al deber moral del individuo. Un ejemplo son Los Diez Mandamientos. La tercera alternativa es la propaganda, que busca persuadir a otros a que vean una situación de manera favorable a los intereses de quien la promueve. Un ejemplo es el uso de la propaganda política que se ve en regímenes autoritarios, como Venezuela. Y finalmente el recompensar a alguien, para que haga algo que típicamente no haría por convicción. Un buen ejemplo, sería el uso de la “mermelada” en nuestro medio político.

Cuando se utilizan estas cuatro palancas del uso del poder, se pueden generar muchos cambios, oportunidades y el surgimiento de nuevos paradigmas. En la historia de la humanidad hay muchos ejemplos que soportan esta afirmación, donde personas como Jobs, eventos bélicos con la Guerra de Irak, o desases naturales, o simplemente la suerte, jugaron un papel fundamental.

Pero veamos otros aspectos relevantes:

El poder es esencial para controlar y direccionar las tendencias conflictivas y competitivas inherentes al ser humano. Por esta razón, se necesita “un poder común”, que canalice las energías a la construcción y no a la destrucción de la sociedad. En su ausencia el resultado es la guerra como única solución.

Su búsqueda ha sido un motivador que ha ayudado a la estructuración de la sociedad; ha permitido gobernar las relaciones y orquestar las interacciones entre las personas, las comunidades y las naciones. Es una fuerza en acción y es inherentemente relacional

Para que se pueda ejercer el poder, se requiere la interacción competitiva  entre dos o más personas; se ve reflejado en las relaciones que se tienen entre padres e hijos, jefes y subalternos, gobernante y ciudadano. Su uso es esencial para el manejo de estas relaciones a escala individual, de comunidad o a nivel de las naciones.

El poder no es fácil de medir ya que depende de las circunstancias y los temas, de los jugadores y sus apuestas, de la competencia y el conflicto. Esos temas definen su impacto y capacidad de cambiar las situación, su alcance y sus límites.

Bien utilizado, cumple una función social  que permite tener un orden, evitar la guerra y el caos.
Su concentración excesiva genera mucho daño, aun en aquellas organizaciones que buscan hacer el bien. Ver los escándalos recientes al interior de la Iglesia Católica.

El poder cambia a medida que lo hacen las motivaciones, habilidades, identidades y atributos de los jugadores.

Hay que distinguir entre influencia, persuasión, coerción, y autoridad. Hay que distinguir  las barreras del poder, y si estas suben o bajan, para predecir la aparición  de nuevos y sorprendentes jugadores, con el poder  de cambiar las reglas del juego.

Pero, el planteamiento fundamental de Naim, es que el concepto del poder está sufriendo un vuelco histórico y sin precedentes en el mundo entero.  El poder se ha venido debilitando, es mas transitorio, restringido,  y los poderes establecidos están siendo desafiados por nuevos y más pequeños actores. En el siglo XXI el poder es mas fácil de obtener, pero también de perder, dura menos tiempo, y es más difícil de utilizar. Y finalmente, a pesar de que las  batallas por el poder sigue siendo intensas, los resultados son cada vez más decrecientes.

Para Naim hay tres grandes tendencias que explican los cambios teutónicos relacionados con la caída de las barreras del poder. La primera de ellas la denomina la revolución del Mas. Hoy hay mas gente, mas naciones, más productos, mas educación y mejores condiciones de salud, mas longevidad.La revolución de la Movilidad, que permite que las cosas, las personas y el dinero, no tengan fronteras.

Esta tendencia es la responsable del surgimiento de las mega urbes en el mundo por el desplazamiento del campo a la ciudad. Y finalmente la revolución de la Mentalidad, que se manifiesta en nuevos modelos mentales, expectativas, aspiraciones, actitudes y valores globales, a través de las cuales la gente ve hoy el mundo.

A medida que la gente se conecta mas, suben las aspiraciones que mueven a la acción y se cuestiona mas las decisiones de las figuras de autoridad.  A medida que mejoran las condiciones económicas, la gente está más abierta a experimentar nuevos sistemas de creencias. De ahí la importancia de estos cambios de mentalidad en las estructuras de poder al rededor del mundo.

Estas tendencias no son nuevas, lo que interesa es su efecto en el ejercicio decreciente del poder ya que hacen mucho más difícil el control de millones de personas en el mundo, hay mucho mas fragmentación y diversidad. Los síntomas de que estos cambios están en marcha son múltiples.

A nivel político, el efecto acumulado de estos cambios, ha erosionado la autoridad moral, la legitimidad institucional y la confianza. Los  líderes políticos se ven más vulnerables, y la gente, sobre la cual ejercían su poder, cada vez más escéptica, menos homogénea, y más consiente de sus posibilidades. Ya no tragan entero tan fácilmente, lo que vuelve muy difícil el manejo aspiracional de grandes masas de la población.

Hay una brecha creciente, entre el poder real que un gobernante sustenta, y las expectativas que la gente tiene de el. Lo anterior, se traduce muchas veces en unas solicitudes incumplibles de los gobernados, que buscan soluciones simples a los problemas complejos que afectan a la sociedad. El problema está en que los políticos refuerzan esta actitud al ofrecer lo que no pueden dar.  Esta dinámica perversa explica la frustración, la desconfianza y el descontento tan grande que hoy se percibe, en relación a los partidos políticos y los gobiernos en general. También, promueve la proliferación de ofertas “mágicas” que facilitan las propuestas populistas y el caudillismo no sostenibles. Para la muestra un botón, el caso de Venezuela.

El comentario anterior sirve para explicar  el  gran vacío de liderazgo que se percibe en el campo de la política. Quienes ejercen esta profesión, prefieren no confrontar a la comunidad con su realidad, para que sean parte activa de la búsqueda de las posibles soluciones, y no unos simples espectadores exigentes de un milagro que no se va a dar.

Como resultado de lo anterior, las maquinarias políticas están viendo cada vez más difícil  lograr los votos que sus antecesores lo daban como un hecho, disparando los costos de las campañas y corrompiendo el sistema político, hasta los tuétanos. Como consecuencia, hoy estamos presenciando la erosión del monopolio de los partidos tradicionales y su gran desprestigio. Estas organizaciones han dejado de ser los canales de expresión de la gente respecto a sus problemas , esperanzas, demandas y necesidades. Hoy los temas específicos con impacto directo en el votante, mueven mas que las consideraciones abstractas de las ideologías políticas.

Otra tendencia que Naim muestra en la política, es que la mayoría no asegura la capacidad de tomar decisiones. Lo normal es la formación de alianzas y la aparición de micro poderes con amplia capacidad de obstrucción. Un ejemplo: El Tea Party en los Estados Unidos. En este entorno, el regateo y “la mermelada”,  son el pan de cada día para lograr pasar cualquier pieza legislativa. O lo que es peor, comediantes como Beppe Grillo en Italia, llenan estadios, y de la noche a la mañana, se convierten en figuras políticas. Este fenómeno se repite  en España, Holanda, y otros países europeos, lo que muestra en nivel tan bajo al que ha llegado el ejercicio de la política en los países ” más desarrollados”.

Las consecuencias de estas dinámicas son funestas y muy variadas: decisiones muy pobres de política publica tomadas a la carrera y sin mayores debates; no hay posibilidad de generar amplios consensos sobre temas críticos  en función del bien común; una gran miopía que impide tener visión de largo plazo que anticipe los problemas; el secuestro de la agenda pública por grupos minoritarios que pueden oponerse indefinidamente; un poder mas fragmentado; primacía de lo local. Al final, lo que importa es el rédito electoral regional que se obtenga en la próxima elección, donde normalmente no salen elegidos los mejores, gracias al desprestigio de la política, que se manifiesta en la abstención creciente y la indiferencia del votante potencial.

En estas condiciones, el poder de un Jefe de Estado es muy reducido. Como Gulliver, en el país  de los enanos, se encuentra amarrado por multitud de pequeños intereses. De esta manera, los grandes problemas no se enfrentan y se acumulan hasta que estalla la crisis. En ese momento tampoco pasa nada, como lo demostró Europa en estos últimos cinco años, porque no se habían construido las competencias para actuar. Otro ejemplo de impotencia legislativa, e incapacidad de lograr acuerdos,   es  el de la reforma migratoria de Obama en los Estados Unidos, abordada a las malas y sin una solución de fondo, lo que es una vergüenza para ese gran país.

A la tendencia descrita, hay que sumarle una muy importante relacionada con la demografía. En muchos países en vías de desarrollo, hay grandes masas de población joven, mas sana y educada, móvil, informada y conectada, que no encuentran empleo y que utilizan la violencia para expresar su frustración, cuestionar y desafiar la autoridad, con un inmenso impacto en las estructuras de poder locales y aumento de la desconfianza en las instituciones. Desde 1970, el 80% de los conflictos armados en el mundo han ocurrido en regiones donde hay más población  joven. Esto explica la proliferación de las bandas como los Maras, en Centro América, y sus homólogos en los barrios marginados de  otros países en America Latina, en el África, y también, en el Oriente Medio.

A nivel de las grandes empresas, las estadísticas de la pérdida de poder no son menos elocuentes. Según Naim, en 1980 una gran empresa tenía una probabilidad menor al 10% de no permanecer vigente en los siguientes cinco años. Hoy esta cifra es del 25%. Pero el riesgo es aún mayor a nivel reputacional, donde la cifra era un 20% hace una década y hoy se calcula por encima del 80% !!!. Los ejemplos abundan, como es el caso de la BP después del desastre ecológico del Golfo, o de los grandes bancos internacionales después de la debacle financiera del 2008. Las grandes corporaciones tienen hoy mucho menor libertad de actuación.

La tecnología ha bajado las barreras de entrada y obligando a las grandes empresas a no depender de su escala y tamaño. Antes eran activos, hoy son pasivos que les restan agilidad. Se abre  una oportunidad para que pequeñas compañías disruptivas para que jueguen un papel importante en nichos del mercado. Un ejemplo reciente es el de las impresores 3D que van a revolucionar la manufactura. Este mismo  fenómeno  se está  viendo en el campo de la política donde prima un único tema alrededor del cual se generan nuevos movimientos. Un ejemplo es el movimiento verde que estuvo a punto de poner Presidente en Colombia en el 2010.

A nivel de la religión, los casos de la Iglesias Católica y la Anglicana,  son dos buenos ejemplos   de la evidencia creciente de la pérdida de poder, de estas grandes instituciones. La proliferación  de los movimientos evangélicos,  que no están sujetos a las pesadas y rígidas estructuras burocráticas, les ha permitido acercarse de manera mucho mas focalizada a las necesidades locales de las diversas comunidades. Esto les da una ventaja competitiva muy grande y mas alineada con las expectativas de la gente. Millones de personas han sido atraídas a estos movimientos, en especial en AL, antiguo bastión de catolicismo, y en el África donde han tenido una gran penetración.

A nivel militar, el tema se puede resumir en dos palabras : guerras asimétricas. El mejor ejemplo lo tenemos en Colombia, donde medio millón de hombres y mujeres en armas, no han podido acabar un grupo de menos de 8.000 de las FARC. Lo mismo sucedió en Irak, en Afganistán, y en el Oriente Medio donde grupos de terroristas emergieron de la nada y hoy tienen en jaque a las grandes potencias. Las pesadas organizaciones jerarquizadas militares, han probado ser ineficientes en el manejo de grupos pequeños de fanáticos terroristas. Esa es la verdad.

Unas reflexiones finales de este excelente libro, sobre un tema tan apasionante e importante en las relaciones de los seres humanos:

“Es un hecho, demostrado por la evidencia, que los gobiernos, las grandes empresas y universidades, tendrán cada vez más restringida su capacidad de acción. Seguirán teniendo peso pero no tanto como quisieran o se esperaría de ellos. Esto puede generar gran inestabilidad, desorden, y parálisis ante los problemas complejos.”

Mucha gente muere por conseguir el poder. Sin embargo, “quienes finalmente lo adquieran,  se van a llevar la sorpresa de que tienen menos libertad de usarlo, y su efectividad es cada vez más reducida, lo que no habían anticipado y sus antecesores no habían experimentado en el pasado”. Este mensaje lo deberían oír muchos de nuestro políticos locales.

Hay varias consecuencias negativas de la degradación del poder: una creciente parálisis e incapacidad de generar consensos para afrontar los grandes retos de la sociedad; hay un alto riesgo de pérdida del conocimiento y experiencia acumulados de las grandes instituciones; el corto plazo y el miedo, limitan los incentivos de planear a largo plazo. Pero también hay unas consecuencias positivas: la caída de las barreras que impedían nuevas voces, ideas, emprendimientos y oportunidades.

Le recomiendo al lector que quiera profundizar sobre el tema, que baje el libro de Naim por Amazon, porque tiene muchos otros temas que no pude desarrollar por limitaciones de espacio y para no abusar de su paciencia.

Le dejo al lector una pregunta: ¿ Qué tanto ve reflejada la situación colombiana en el análisis que hace Namin del desmoronamiento del poder?.

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