Bilbao, laboratorio de la industria eólica que quiere ser referente en Europa

Con una fábrica recién terminada y un denso tejido empresarial, la ciudad vasca de Bilbao es la punta de lanza de una industria eólica española que quiere seguir destacando frente a la feroz competencia del norte de Europa y China.

En Bilbao y alrededores tienen su sede dos pesos pesados del sector, Iberdrola y Gamesa, esta última fusionada desde 2017 con la alemana Siemens. Ambas encabezan el sector eólico español, que desde 2012 se ha visto estancado dentro del país a causa de la crisis económica, que llevó al gobierno a retirar los incentivos a las renovables. Aun así, España es el 5º país del mundo en potencia eólica instalada, y el panorama ha cambiado con la vuelta de las licitaciones en 2016 y los 5.000 millones de euros que se espera invierta el sector de aquí a 2020, según cálculos de la Asociación Empresarial Eólica (AEE).

Un nuevo contexto que ha insuflado un optimismo comedido y que las empresas vascas, motrices en España, quieren aprovechar.

“Tratamos de ser una referencia en la Unión Europea”, dijo Arantxa Tapia, consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras del gobierno regional vasco, en un reciente encuentro con la prensa organizado por la asociación europea del sector, Wind Europe.

Bilbao ofrece “atractivo para nuestras industrias”; hay una “muy buena combinación de liderazgo industrial (…) y apoyo del gobierno” regional, abundó Markus Tacke, consejero delegado de Siemens Gamesa. El País Vasco representa apenas el 0,6% de la potencia eólica instalada en España. Pero cuenta con 112 empresas que abarcan la casi totalidad de la cadena de valor y proveen a parques eólicos del mundo entero, tanto terrestres como marinos.

Desde 2013 están aglutinadas en Windbox, un consorcio público-privado que cuenta con un espacioso y moderno centro de pruebas en Eibar, a 50 km al este de Bilbao.


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Bilbao, España. AFP PHOTO / ANDER GILLENEA


Una potencia concentrada en tierra:

La potencia eólica española se concentra en tierra, en un país que dispone en su interior de extensas regiones escasamente pobladas, como Castilla y León, Castilla-La Mancha y Aragón.

Un segmento conocido en la industria como “onshore” y por el que apuesta de lleno la empresa local Haizea, que va a fabricar torres eólicas de hasta 160 metros de altura, y lo hará en una imponente fábrica recién terminada en el puerto de Bilbao, de 500 metros de largo por 130 de ancho.

Haizea afrontará la competencia de China, pues se da la paradoja de que en virtud de las medidas antidumping vigentes en la UE no puede importarse acero chino, pero sí torres eólicas ya manufacturadas. “Obviamente es una amenaza, y no estamos cómodos con esto”, admite el director comercial, Jordi Mas.

El reto de la eólica marina:

Haizea quiere también irrumpir con fuerza en el segmento “offshore”. Fabricará torres para aerogeneradores marinos, con sus correspondientes cimentaciones cilíndricas que permiten fondearlos.

Iberdrola y Siemens Gamesa tienen ya una fuerte presencia en la eólica marina, pero en el extranjero. De hecho, en Europa este segmento está dominado por cinco países ribereños del mar del Norte y el Báltico: Reino Unido, Alemania, Dinamarca, Holanda y Bélgica (98% de la potencia instalada en la UE).

Juan Virgilio Márquez, director general de la AEE, comenta a AFP que el futuro del offshore eólico en España está en la tecnología flotante, aquella en la que el aerogenerador está amarrado al fondo con cadenas y anclas y no con un cilindro.

De momento sólo existe un parque de estas características en todo el mundo, el Hywind, al norte de Escocia. “El País Vasco y Canarias son los dos núcleos en España donde se puede apostar por esta tecnología eólica flotante”, destinada a fondos más profundos, expone Márquez.

Juan Rivier Abbad, responsable de regulación de Iberdrola Renovables, matiza que a esa perspectiva le queda tiempo, en una España que cuenta con mucha superficie despoblada para seguir desarrollando la eólica terrestre.

“Tal vez cuando el ‘onshore’ esté saturado tendremos que irnos al ‘offshore’, pero de momento tenemos muchos espacios terrestres que desarrollar. Y mucho más baratos”.


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