Auge de las obligaciones “verdes” con vocación ecológica

Las obligaciones “verdes”, títulos de deuda también llamados +green bonds+ y destinados a financiar proyectos medioambientales, están en pleno auge aunque les falta aún estructurarse para convencer a un público más amplio.

A diferencia de una acción, la obligación no es una fracción del capital de la empresa que la emite sino una deuda que deberá devolver en un plazo determinado, y que está acompañada por un tipo de interés que remunera al prestamista.

Según la agencia financiera Standard & Poor’s, las emisiones de deuda verde por parte de empresas podrían sumar 30.000 millones de dólares antes de fin de 2015, contra solamente algunos miles de millones en 2012. Es poco comparado con las decenas de miles de millones captados por otras obligaciones, pero el crecimiento de los +green bonds+ es evidente.

En algunos años el mercado de estos bonos “ha cambiado de escala y se ha convertido por sí mismo en una clase de activo, aunque queden muchas cosas por estructurar”, afirma Félix Orsini, corresponsable mundial de emisiones de deuda de empresas de  Société Générale-CIB.

Las primeras iniciativas de envergadura fueron lanzadas por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Mundial, a los que se sumaron otros emisores –entre ellos empresas– para llegar a 2014, “el año del verdadero despegue de este mercado”, según Natixis.

En Francia, el grupo Paprec, especialistas del reciclaje, emitió por 480 millones de euros de obligaciones verdes a fines de marzo. “La mayoría de los administradores de activos han comprendido la importancia de alentar a las empresas a que reduzcan su contribución a las emisiones de carbono” explica por su lado  Antoine Sorange, responsable de análisis extrafinanciero de Amundi.

“No es muy fácil demostrar que una cartera de obligaciones es más responsable que otra” destaca  Tanguy Claquin, encargado de  green bonds en Crédit Agricole-CIB. “Los +green bonds+ permiten hacerlo muy fácilmente, al demostrar que un producto de mercado desmaterializado financia proyectos de economía real”, asegura.

Green bonds

Qué es verde, qué no lo es:

Para dar más garantías en un mercado no reglamentado, las industria financiera se esfuerza en imponer una serie de criterios, los +green bond principles+, principios sobre las obligaciones verdes. “Las opiniones sobre lo que es verde y lo que no lo es divergen enormemente”, admite Claquin. Por su lado, Lucie Pinson, de la ONG Los Amigos de la Tierra, lamenta  la falta de definición y de transparencia al respecto.

“Una central de carbón podría ser financiada con obligaciones verdes por el simple motivo de que está equipada con una tecnología que reduce las emisiones. Y aunque ello le permita ser menos sucia, no se convierte por ello en algo limpio”, explica.

“Si esto no va acompañado por los emisores (de obligaciones) por una redefinición de su estrategia (…) con una disminución de sus inversiones en las energías fósiles, las obligaciones verdes corren el riesgo de quedar desacreditadas”, agrega.

Otras de las dificultades de estos títulos es de índole financiera. Actualmente una obligación verde tiene las mismas características que una obligación clásica: no es ni más ni menos remuneradora para el inversor, ni tampoco más interesante para el emisor, pero este último sí debe proporcionar más información sobre el carácter medioambiental del proyecto. (AFP)


 

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