Relevo generacional

Por: Andrés Quintero Olmos.

Desde hace un par de años, un nuevo fenómeno político está surgiendo en Francia: Emmanuel Macron. 39 años, ex ministro de economía, ex asesor presidencial, ex banquero y, según las últimas encuestas, futuro Presidente de la quinta potencia mundial. El joven político está desbancando a la izquierda, a la derecha y, sobre todo, a la peligrosa extrema derecha. ¿Cómo?

Macron parece ser, en este principio de siglo XXI, el ideal relevo generacional de una clase política anacrónica, que lleva siglos enfrentándose desde sus preestablecidas y ridículas orillas de izquierda y derecha. Es el candidato que entierra definitivamente el debate entre jacobinos y falsos regionalistas y entre burócratas desconectados y utópicos filósofos, para establecer la política del pragmatismo ético.

Macron hace parte de la nueva generación gala internacionalizada, que habla varios idiomas, que ha vivido por fuera y que es, por tanto, pro-europea y ve a Francia como un país de viejos modales, un museo de glorias del pasado que habría que revitalizar y modernizar sin chovinismos.


Emmanuel Macron, marzo 24, 2017. AFP PHOTO / CHRISTOPHE SIMON


Macron también está pretendiendo plantearse como el candidato de la probidad política, la que no niega los escándalos de corrupción y trata de combatir a las contaminantes prácticas clientelistas, a contracorriente de algunos de sus contrincantes como Le Pen o Fillon que andan involucrados en escándalos de desviación de fondos públicos.

Quiere ser el político que habla de frente, como Sarkozy, pero sin violencia verbal.

Quiere ser el político que no divide a los franceses por cuestiones de razas o religiones, como Le Pen, sino que trata de reunirlos bajo unos mismos mínimos.

Quiere ser el político energético y combativo, como lo pudo ser Chirac en su momento, pero sin altanerías Gaullistas.

Quiere ser la izquierda razonable, en contradicción al revolucionario Mélenchon y el irresponsable socialista Hamon, buscando mantener al Estado de bienestar sin perjudicar a la libertad de empresa. Quiere ser la derecha sin austeridad y sin conservadurismos, a diferencia del ultraliberal Fillon.

Quiere ser el candidato de la meritocracia, como lo fueron Jospin y Juppé, pero con el objetivo claro de reformar lo que no funciona en el ascensor social.

Hace pocos días estuve hablando con un profesor de derecho de la Sorbona quien me contaba que había compartido sus primeros semestres universitarios con Macron, destacándome al personaje como el mejor estudiante de su generación y como un prodigio de la dialéctica lenta pero seguro de sí mismo. Ese es Macron, un talentoso político francés, un pragmático liberal de extremo centro (atento debería estar Iván Duque), que está poniendo a los partidos tradicionales a sufrir.

Por primera vez en la Quinta República francesa (1958), y a excepción del enigmático Giscard d’Estaing, un candidato fuera del partidismo clásico, y con su propio movimiento denominado “En Marcha!”, podría llegar a la Presidencia, lo cual sería en sí mismo más que un relevo generacional.


 

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